CIUDADANOS Un ciudadano senegalés, vigilante de una obra en la Via Laietana, atrapa a un ladrón a la carrera y recupera el bolso de una turista

Un ángel en el andamio

La Vanguardia, , 28-05-2010

ENRIQUE FIGUEREDO – Barcelona
Los recortes de gasto tan en boga en la actualidad no han alcanzado a los valores de arrojo y valentía de Mbaye. Lejos de la contención, él los derrochó desinteresadamente el pasado sábado cuando, casi sin pensarlo, echó a correr tras un joven que acaba de robarle el bolso a una turista y lo recuperó. Los vecinos del barrio reclamaron que ese noble gesto fuera rescatado del anonimato.

Mbaye es un ciudadano senegalés de 35 años que lleva siete residiendo en España. Actualmente, trabaja como vigilante de un edificio en construcción ubicado en la Via Laietana esquina con la calle Comtal. Se trata de la antigua Casa Vilardell. Los trabajos que se realizan consisten en levantar un bloque nuevo pero manteniendo la vieja fachada. El antiguo edificio fue durante décadas sede de diversas dependencias de la Jefatura Superior de Policía de Barcelona.

Este héroe urbano se encontraba en la obra cuando se fraguó el robo. Pasaban algunos minutos de las once de la mañana. “Yo lo observaba todo desde dentro. Cuando vi que el ladrón salía corriendo, me fui detrás de él. No lo pensé mucho. Cuando lo alcancé, me dijo que no quería problemas, que no le hiciera nada y me devolvió el bolso”, explica Mbaye en un esforzado castellano.

Instantes antes, la turista se había sentado en el bordillo de un comercio a descansar. Iba acompañada de una amiga. Los rateros aparecieron en escena montados en bicicleta. Usaron un viejo truco para distraer a la víctima y aprovecharse de su inocencia y buena fe. Lo hicieron disimuladamente, escenificando un descuido. “Dejaron caer al suelo unas llaves, cuando la chica hizo el gesto de ir a recogérselas le robaron el bolso en una maniobra rápida. Yo le grité que eso no era suyo, pero no me hizo caso y entonces echó a correr”, explica este vigilante senegalés que durante años jugó al fútbol en su tierra natal y que se siente orgulloso de mantenerse en forma. Su fondo físico y sus largas piernas fueron las herramientas que soportaron la decisión de ir tras el ladrón. El ratero intuyó que Mbaye iría tras él y, aunque inicialmente quiso marcharse en bicicleta, decidió abandonarla y seguir a pie como si, incomprensiblemente, creyera que corriendo iría más rápido que con su vehículo de dos ruedas. Todo fue en vano. Mbaye acabó por agarrarlo y el ladrón, temeroso de su reacción, le entregó su botín suplicándole que no le hiciera nada.

“Su maniobra y decisión fueron muy rápidas. Hubo personas que llegaron a aplaudir la acción de este señor, que fue el único que hizo algo”, explica un vecino que vive en la Via Laietana, testigo de lo ocurrido. “Cuando le entregó el bolso a la chica, se volvió a sus cosas casi sin inmutarse, de forma discreta”, continúa narrando este hombre que presenció la hazaña de Mbaye. Fue un acto por el que no recibió otra recompensa que el agradecimiento de la mujer y el reconocimiento de los presentes. El veloz joven se siente reconocido porque “cuando le devolví el bolso, dejó por fin de llorar”. No sabe absolutamente nada de la víctima a la que hizo tan feliz. Ni su nombre ni su nacionalidad. Lo que tiene claro es que hablaba en inglés y que debía tener entre 40 y 45 años. Desconoce lo que la chica hizo cuando desapareció de sus vista, pero sospecha que no presentó denuncia. Fue todo muy rápido y recuperó sus pertenencias.

Respecto a los ladrones, que hablaban castellano, tampoco se sabe mucho más. Que tenían, según Mbaye, unos 18 años y que eran una chica y un chico. Fue el varón el que se apropió del bolso. El senegalés dice que recuperar aquello que le habían robado a la turista era suficiente y no se plantea si pudo haber impedido la huida de los ladrones.

Los compañeros de Mbaye saben que su colega el vigilante de la obra se comportó de forma ejemplar y esperan que “se haga famoso”. Tras unas dudas iniciales, el joven acepta que se explique públicamente la historia del día en que hizo que una desconocida dejara de llorar.

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