El "efecto Clegg" no funcionó

Fallaron las encuestas que auguraban un empate entre Brown y Clegg. Su defensa de la inmigración y su europeísmo han perjudicado al líder liberal en la recta final de campaña - El revés electoral deja a Clegg sin fuerza para defender una reforma del sistema electoral - "Me siento en el deber de asegurar la estabilidad política", afirmó el primer ministro

Diario de Navarra, JOAQUÍN RÁBAGO . EFE. LONDRES, 08-05-2010

EL efecto Nick Clegg pinchó este jueves en las urnas, lo que no impide, sin embargo, que su partido liberaldemócrata tenga la llave de la formación del próximo gobierno británico. Los sondeos que auguraban un empate en número de votos – que no de escaños – entre laboristas y liberaldemócratas han demostrado ser un puro espejismo.

El partido de Clegg no sólo ha quedado en tercer lugar, a gran distancia de los laboristas, sino que incluso ha perdido algún escaño con respecto a la legislatura anterior.

Clegg insistió ayer en que el actual sistema electoral está quebrado y “es precisa una reforma auténtica para arreglarlo”. Pero su pinchazo electoral le resta fuerza para imponer esa reforma a cambio de su apoyo a un partido como los tories, que ya han dicho que la rechazan de plano.

Los liberaldemócratas confiaban, en efecto, en lograr con ayuda de los jóvenes y los desencantados de los 13 años de laborismo un fuerte caudal de votos que se tradujera en los suficientes escaños como para dictar sus condiciones. No ha sido, sin embargo, así: en la última parte de la campaña, laboristas y tories, con el apoyo de buena parte de la prensa, asustaron al electorado con los supuestos peligros de un Parlamento inestable.

Se apagó el interés que despertó el telegénico Clegg, un político antes prácticamente desconocido, con su brillante actuación en el primer debate por TV sirviese de gran cosa.

Su defensa pública de una amnistía para cerca de un millón de inmigrantes ilegales no le hizo precisamente popular en un país donde se escuchan cada vez más voces no sólo contra los ilegales extracomunitarios sino incluso contra la “invasión” de inmigrantes legales del Este de Europa.

Tampoco han debido de favorecerle el europeísmo de su partido en un país mayoritariamente eurófobo ni sus pasadas manifestaciones a favor de la moneda común en un momento en que los británicos veían en sus televisores arder un país de la zona euro.

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