Europa no quiere ser Eurabia

Los países de la UE prohíben los símbolos del islam en ‘defensa’ de su identidad

El Mundo, , 05-05-2010

contra los símbolos
del islam. La polémica sobre el uso
del pañuelo (hiyab), y la prohibición
del velo integral y de la construcción
de minaretes nos devuelven al debate
sobre si el islam es compatible con
los valores occidentales democráticos
y con la libertad de expresión.
¿Estamos ante la vuelta a la eterna
rivalidad entre cristiandad e islam?
La ansiedad ante la (hipotética)
posibilidad de que los signos visibles
de la imaginería musulmana erosionen
la identidad nacional de cada
país, se une a la crisis económica.
Los ciudadanos se quejan de que los
inmigrantes roban los empleos a los
locales. Los políticos populistas de
toda Europa se frotan lasmanos.
Con Bélgica convertida en el primer
país europeo que prohíbe el velo
integral, el resto de Europa también
se prepara para establecer limitaciones
similares. La decisión del
Parlamento de Bruselas pronto será
secundada por Francia yHolanda.
En Suiza, mediante un referéndum,
se prohibió recientemente la
construcción de minaretes. Los partidos
de ultraderecha de Austria y
Dinamarca ven el camino sembrado.
Europa reacciona con preocupación
ante todo lo que huela a islam. Pero,
más allá de los recelos partidistas, en
el fondo del debate está la integración
y el papel de los musulmanes
en las sociedades europeas.
«La cuestión de la prohibición del
burka [velo que cubre por completo
a la mujer] en Francia es marginal.
Se debe a una argumentación electoralista
que utiliza esta cuestión minoritaria
para sensibilizar a una parte
del electorado en cuestiones de
identidad nacional, islam e inmigración
», considera el demógrafo francés
Youssef Courbage, consultado
por ELMUNDO. En esta línea, Libération
criticaba hace unas semanas
en un editorial a Nicolas Sarkozy,
subrayando que sus fines eranmeramente
electoralistas.
En efecto, la alarma social creada
en torno al velo integral estámagnificada.
Según las estimaciones más
optimistas, las mujeres que ocultan
totalmente cuerpo y cara no llegan a
dos millares en Francia. Otros las cifran
en unos pocos cientos. Además,
los musulmanes no son sino pequeñasminorías
en Europa Occidental.
Francia es el país que acoge al mayor
número de ellos, con una población
estimada de cinco millones (el
7,5% de la población); seguida de
Holanda, con el 6%, Alemania (5%),
Austria (4,2%), Bélgica (3%) y Gran
Bretaña (2,7%), según un estudio del
Pew Research Center de 2009.
«El fenómeno del burka y la barba
islámica esminoritario entre los inmigrantes.
Vemos a losmagrebíes
por la calle y olvidamos quemás del
80% de ellos visten como los parisinos
o los madrileños. El burka es ultraminoritario.
Siempre hablamos de
lo más excepcional», explica Courbage,
quien se declara en contra de
esta prenda. Autor, junto al historiador
Emmanuel Todd, del libro Encuentro
de Civilizaciones (Foca), en
el que predice un mundomusulmán
desislamizado, Courbage cree que
en el debate sobre el burka se agita
el fantasma delmiedo. «Yo no creo
en el choque de civilizaciones, pero
se utiliza para provocar elmiedo de
los europeos». En la orilla opuesta se
observa lamisma instrumentalización.
«Los salafistas también ponen
a la opinión pública contra Occidente
y se ataca a quienes no portan el
velo, por ejemplo. Haymaniqueísmo
en ambos lados», asegura este especialista
del Instituto Nacional de Estudios
Demográficos (Ined) francés.
Influida por el debate en Francia,
donde Sarkozy prepara ya la ley que
multará el uso del burka y del niqab
(velo integral), Bélgica ya se ha adelantado
a su vecino. «Prohibir el
burka en Bélgica es fácil. La gran
mayoría de las mujeres musulmanas
no lo llevan», afirmaba Maryam
Hmadun, activista por el derecho de
lasmusulmanas a llevar el pañuelo
(hiyab) en los espacios públicos, a la
agencia Ap. La iniciativa del Parlamento
belga ha pesado más que la
necesidad de solventar la crisis de
Gobierno y el conflicto lingüístico
entre flamencos y francófonos. El bilingüismo
parte al país en dos, pero
el burka une a todo el espectro político.
Holanda está pensando en recurrir
a leyes similares para regular el
uso de los símbolos islámicos. Los
políticos de Italia y España juegan
con la polémica.
«Europa no sabe por dónde va.
Está en fase de definirse todavía, el
ejemplo es lo complicado que es
crear una política exterior común.
Entonces, intenta decir lo que no es
y lo que no quiere ser. Europa no
quiere ser dominada por el islam, y
no lo será», nos explica el belga-estadounidense
Stuart Reigeluth, director
de la revista internacional Revolve
(www.revolve-magazine.com).
Es cierto. Europa no quiere ser
Eurabia. Pero Reigeluth no piensa
que exista ningún peligro al respecto.
«Europa será laica con una cultura
multirracial y multirreligiosa. Una
cultura híbrida ya está emergiendo
donde el prototipo europeo nacerá
de la mezcla de padres provenientes
de varios paises. Así que el velo no
es un riesgo para que emerja una
Europea consolidada».
En cambio, sí ve los peligros que
provienen de la intolerancia y del
odio al otro. «En esta fase de autodefinición,
Europa se siente insegura
consigo misma y corre el riesgo de
replegarse más en su estereotipo. La
derecha en países europeos está
aprovechando estos estereotipos históricos
y politicos del otro para ganar
puntos electorales», insiste.
A veces, se esgrime como un problema
de seguridad. Como en Bélgica
a la hora de prohibir el niqab
(aunque la ley no menciona esta
ROSA MENESES
Europa se blinda contra los símbolos
del islam. La polémica sobre el uso
del pañuelo (hiyab), y la prohibición
del velo integral y de la construcción
de minaretes nos devuelven al debate
sobre si el islam es compatible con
los valores occidentales democráticos
y con la libertad de expresión.
¿Estamos ante la vuelta a la eterna
rivalidad entre cristiandad e islam? La ansiedad ante la (hipotética)
posibilidad de que los signos visibles
de la imaginería musulmana erosionen
la identidad nacional de cada
país, se une a la crisis económica.
Los ciudadanos se quejan de que los
inmigrantes roban los empleos a los
locales. Los políticos populistas de
toda Europa se frotan lasmanos.
Con Bélgica convertida en el primer
país europeo que prohíbe el velo
integral, el resto de Europa también
se prepara para establecer limitaciones
similares. La decisión del
Parlamento de Bruselas pronto será
secundada por Francia yHolanda.
En Suiza, mediante un referéndum,
se prohibió recientemente la
construcción de minaretes. Los partidos
de ultraderecha de Austria y
Dinamarca ven el camino sembrado.
Europa reacciona con preocupación
ante todo lo que huela a islam. Pero,
más allá de los recelos partidistas, en
el fondo del debate está la integración
y el papel de los musulmanes
en las sociedades europeas.
«La cuestión de la prohibición del
burka [velo que cubre por completo
a la mujer] en Francia es marginal.
Se debe a una argumentación electoralista
que utiliza esta cuestión minoritaria
para sensibilizar a una parte
del electorado en cuestiones de
identidad nacional, islam e inmigración
», considera el demógrafo francés
Youssef Courbage, consultado
por ELMUNDO. En esta línea, Libération
criticaba hace unas semanas
en un editorial a Nicolas Sarkozy,
subrayando que sus fines eranmeramente
electoralistas.
En efecto, la alarma social creada
en torno al velo integral estámagnificada.
Según las estimaciones más
optimistas, las mujeres que ocultan
totalmente cuerpo y cara no llegan a dos millares en Francia. Otros las cifran
en unos pocos cientos. Además,
los musulmanes no son sino pequeñasminorías
en Europa Occidental.
Francia es el país que acoge al mayor
número de ellos, con una población
estimada de cinco millones (el
7,5% de la población); seguida de
Holanda, con el 6%, Alemania (5%),
Austria (4,2%), Bélgica (3%) y Gran
Bretaña (2,7%), según un estudio del
Pew Research Center de 2009.
«El fenómeno del burka y la barba
islámica esminoritario entre los inmigrantes.
Vemos a losmagrebíes
por la calle y olvidamos quemás del
80% de ellos visten como los parisinos
o los madrileños. El burka es ultraminoritario.
Siempre hablamos de
lo más excepcional», explica Courbage,
quien se declara en contra de esta prenda. Autor, junto al historiador
Emmanuel Todd, del libro Encuentro
de Civilizaciones (Foca), en
el que predice un mundomusulmán
desislamizado, Courbage cree que
en el debate sobre el burka se agita
el fantasma delmiedo. «Yo no creo
en el choque de civilizaciones, pero
se utiliza para provocar elmiedo de
los europeos». En la orilla opuesta se
observa lamisma instrumentalización.
«Los salafistas también ponen a la opinión pública contra Occidente
y se ataca a quienes no portan el
velo, por ejemplo. Haymaniqueísmo
en ambos lados», asegura este especialista
del Instituto Nacional de Estudios
Demográficos (Ined) francés.
Influida por el debate en Francia,
donde Sarkozy prepara ya la ley que
multará el uso del burka y del niqab
(velo integral), Bélgica ya se ha adelantado
a su vecino. «Prohibir el
burka en Bélgica es fácil. La gran
mayoría de las mujeres musulmanas
no lo llevan», afirmaba Maryam
Hmadun, activista por el derecho de
lasmusulmanas a llevar el pañuelo
(hiyab) en los espacios públicos, a la
agencia Ap. La iniciativa del Parlamento
belga ha pesado más que la
necesidad de solventar la crisis de
Gobierno y el conflicto lingüístico entre flamencos y francófonos. El bilingüismo
parte al país en dos, pero
el burka une a todo el espectro político.
Holanda está pensando en recurrir
a leyes similares para regular el
uso de los símbolos islámicos. Los
políticos de Italia y España juegan
con la polémica.
«Europa no sabe por dónde va.
Está en fase de definirse todavía, el
ejemplo es lo complicado que es
crear una política exterior común.
Entonces, intenta decir lo que no es
y lo que no quiere ser. Europa no
quiere ser dominada por el islam, y
no lo será», nos explica el belga-estadounidense
Stuart Reigeluth, director
de la revista internacional Revolve
(www.revolve-magazine.com).
Es cierto. Europa no quiere ser
Eurabia. Pero Reigeluth no piensa
que exista ningún peligro al respecto.
«Europa será laica con una cultura
multirracial y multirreligiosa. Una
cultura híbrida ya está emergiendo
donde el prototipo europeo nacerá
de la mezcla de padres provenientes
de varios paises. Así que el velo no
es un riesgo para que emerja una
Europea consolidada».
En cambio, sí ve los peligros que
provienen de la intolerancia y del
odio al otro. «En esta fase de autodefinición,
Europa se siente insegura
consigo misma y corre el riesgo de
replegarse más en su estereotipo. La
derecha en países europeos está
aprovechando estos estereotipos históricos
y politicos del otro para ganar
puntos electorales», insiste.
A veces, se esgrime como un problema
de seguridad. Como en Bélgica
a la hora de prohibir el niqab
(aunque la ley no menciona esta
prenda explícitamente). «La clave es
la seguridad pública, la necesidad de
mostrar la cara en público. No la libertad
religiosa», declaró el político
conservador belga Leen Dierick. En
Francia o Suiza se aborda como un
problema de constitucionalidad, de
símbolos religiosos en un país laico.
«El temor a ser islamizados existe
en el discurso político pero no hay
ningun debate público sobre cómo
abordar la inmigración y el desempleo
», opina Reigeluth. Isabelle Praile,
vicepresidenta de la Ejecutiva de
Musulmanes Belgas, habla de «islamofobia
». Para los musulmanes en
Europa, dice, «la economía, el coste
de la vida y la vivienda digna» son
necesidades más acuciantes que
preocuparse de la prohibición del
burka. Igual que para los europeos.

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