Badalona, un abismo cultural

ABC, DAVID MESEGUER BADALONA, 04-05-2010

En el punto de mira. La polémica desatada por el reparto de un folleto elaborado por el PP en el que se vincula inseguridad con inmigración en Badalona ha puesto a la comunidad rumana de los barrios de Llefià y La Salut bajo la lupa.
En una improvisada tertulia en el parque Gran Sol, dos vecinos, Manuel y José, afirman que «da miedo ir por la calle a partir de ciertas horas». Según ellos, «cada día hay tirones, altercados y peleas». La sensación de inseguridad está extendida entre el vecindario, si bien las estadísticas indican que los niveles de delincuencia en Badalona son equiparables a los de otras ciudades catalanas. Cabe matizar que las cifras hacen referencia al conjunto del municipio y se desconocen los datos exactos sobre los barrios aludidos.
Julia Sánchez, presidenta de la Asociación de Vecinos de La Salut Alta y recientemente incorporada a las filas del PP, sostiene que la inseguridad en el barrio es preocupante y que los problemas de convivencia son evidentes.
Su opinión es opuesta a la de Rafael Pavón, vicepresidente de la Associació de Veïns i Comerciants de La Salut, para quien «no se trata de un problema de seguridad, sino de convivencia y civismo». El comerciante se muestra satisfecho con la presencia policial y destaca que «hace un par de años la situación era peor». Desde su punto de vista, «no pueden relacionarse los robos en los comercios con un colectivo concreto».
Todo es interpretable, y las cifras de detenciones tienen doble lectura. De los 257 arrestados en Badalona en 2009, 120 eran españoles (el 46%) y 137 extranjeros. De estos, 64 eran de nacionalidad rumana, lo que supone casi el 50% de los detenidos inmigrantes y un 25% del total, unos porcentajes muy por encima del peso de esta comunidad en la población.
El concejal socialista Pablo Hernán focaliza los problemas generados por los gitanos rumanos en lo que atañe a la convivencia vecinal diaria. «Que si suben el carro con la chatarra por la escalera y el rellano está más sucio de lo normal, el alboroto que arman cuando se reúnen en la plaza porque hablan demasiado alto… en definitiva, todos aquellos problemas que nos atañen cuando llegamos a casa después del trabajo y queremos descansar». El edil badalonés admite que «aún queda mucho por hacer, pero debemos trabajar desde la pedagogía para modificar estas conductas incívicas», una manera de enfocar el problema que no convence a numerosos vecinos ni mucho menos al PP, que critican la inacción de la administración ante la progresiva degradación de la zona.
Costumbres alejadas
En todo caso, una de las consecuencias que ha tenido la campaña del PP de Badalona ha sido situar el colectivo gitano rumano en el punto de mira mediático. La idiosincrasia de esta comunidad hace que su integración en la sociedad sea más compleja que para otros colectivos inmigrantes con los que compartimos determinados referentes culturales, como la mediterraneidad en el caso de los ciudadanos magrebíes o el idioma en la comunidad latinoamericana.
«Nosotros los gitanos rumanos somos gente nómada», afirma en un impecable castellano Nicosur, un joven romaní de 33 años que apura un cortado en el bar donde a primera hora de la mañana se reúnen antes de comenzar su ruta en busca de chatarra. Como él, la mayoría de gitanos rumanos que viven en Badalona llegaron a la ciudad en 2007 procedentes de Murgeni, en una de las zonas con menor desarrollo del país.
Su modus vivendi, el nomadismo, hace que su adaptación en entornos urbanos como Badalona sea compleja,lenta y, como se ha visto, no exenta de tensiones. En Madrid o Sevilla, la mayoría de gitanos rumanos viven en campamentos improvisados en la periferia y, por lo tanto, los problemas de convivencia son mucho menores. La erradicación del «barraquismo» en Cataluña décadas atrás ha provocado que estos inmigrantes deban integrarse en los núcleos urbanos y afrontar el reto de la adaptación a una vida sedentaria y en comunidad.
«Hay alguno de nosotros que roba, pero la mayoría vivimos honradamente recogiendo chatarra», se defiende Nicosur. «Al principio todo iba mejor porque había mucha construcción y encontrábamos mucha chatarra. Ahora la situación es más difícil», añade este joven gitano. La difícil coyuntura económica ha provocado que las familias romanís, muy numerosas en miembros, sólo puedan costearse alquileres muy económicos. De ahí que a menudo se hacinen muchas personas en pisos pequeños, lo que genera indefectiblemente problemas de convivencia.
«A trabajar con sus padres»
En pleno horario escolar, en un parque infantil situado a escasos metros del Colegio de Educación Primaria Baldiri Reixac, varios niños gitanos rumanos juegan despreocupados. El elevado absentismo escolar en el seno del colectivo romaní es otro de los elementos culturales que dificulta la integración. Nicosur reconoce que «muchos niños van a trabajar con sus padres». Son muy pocos los que completan la formación secundaria obligatoria, lo que a criterio de los agentes sociales impide que a estos niños se les inculquen las pautas de convivencia y civismo que se reciben en la escuela.
La ordenanza de civismo, aprobada hace dos años en Badalona, ha supuesto la aplicación de medidas concretas como la creación de la unidad de convivencia de la Guardia Urbana, algo que para determinados colectivos vecinales y el PP de Badalona es del todo insuficiente. «Esta unidad ha dado muy buenos resultados. Desde su creación la cantidad de pisos patera ha mermado notablemente», asegura Pablo Hernán. Según datos municipales, de los 175 pisos sobreocupados en 2006 ahora quedan 45, unas cifras que muchos vecinos cuestionan.
Reformas legales
La lucha contra la inseguridad no es fácil, si bien algunas modificaciones legales han ayudado. «Antes aquellos padres que mandaban a sus hijos menores a delinquir no eran penados. Ahora se les puede condenar», dice el concejal en alusión a los tres matrimonios rumanos que en 2006 fueron encarcelados por enviar a sus hijos a robar a turistas en Barcelona.
En la misma línea, un juez dictó una sentencia de alejamiento del municipio a 18 miembros del colectivo gitano rumano que habían cometido hurtos en comercios. «Sentencias ejemplares como esta nos tienen que ayudar», apunta Pablo Hernán.
Como denuncian parte de los vecinos, no es suficiente.Precisamente, el Congreso aprobó el jueves una reforma del Código Penal que, entre otros cambios, incluye el endurecimiento del castigo para los hurtos reiterados, de tal forma que los autores de pequeños robos – menos de 400 euros- reincidentes podrán ser condenados a penas de cárcel a cumplir el fin de semana. Además, se contempla la creación de un registro de este tipo de faltas. El edil de La Salut y Llefià reconoce que con una tasa de inmigración del 23% «siempre habrá algún tipo de problema».
No todo el mundo lo ve igual. Incluso dentro del gobierno municipal hay división de opiniones. El teniente de alcalde Ferran Falcó (CiU) se mostró muy próximo al discurso del PP, al declarar que «los gitanos rumanos son un colectivo problemático desde el punto de vista de la convivencia y la seguridad pública. La mayoría no se dedica a actividades lícitas».
Donde sí hay coincidencia es en la preocupación por la imagen que se está dando de la ciudad. Unos con una visión más crítica, otros más conciliadores, todos señalan que «la Salut no es ningún gueto. Es un barrio tan digno como los demás».

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