Casi todos los asiáticos que residen en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes completarán el próximo mes de diciembre su quinto año en Melilla. Indios y bengalíes llevan más de 52 meses retenidos en la ciudad pendientes de que el Ejecutivo central resuelva su situación y encuentre una alternativa que dé sentido a tan angustiosa espera. Ninguno de ellos comprende por qué se está prolongando tanto el estudio de sus casos por parte de un Gobierno que, de forma sistemática, asegura que la única salida que puede ofrecerles es la que se deriva del cumplimiento de las leyes. Sin embargo, y a la vista del tiempo invertido, la administración demuestra día tras día su incapacidad para hacer frente a un problema que para los afectados adquiere tintes de drama. Todos se despidieron de sus familias hace casi siete años con la ilusión de empezar en occidente una nueva vida, de emprender proyectos que la inacción del Ejecutivo se está encargando de echar por tierra. Sólo los asiáticos que se prestan a convertirse en confidentes de las Fuerzas y Cuerpos del Estado consiguen salir de una ciudad que tiene las puertas abiertas para inmigrantes de otras nacionalidades, que son expulsados o invitados a salir del país en apenas unos meses.