Ayuntamientos como los de Granada, Sevilla o El Ejido han puesto a los clubes de alterne restricciones legales

La crisis empuja a la calle el drama de la prostitución

La Razón, Pepe Lugo, 26-04-2010

Los servicios sociales trabajan para que haya una oportunidad tras una vida, en la mayoría de los casos, robada.
 

La «Operación Toscana», en la que se desarticuló, a finales de febrero, una red de explotación de mujeres por la que el torero Juan Pedro Galán fue enviado a prisión, ha vuelto a descubrir el intenso drama que se esconde detrás de la prostitución. Malos tratos, vejaciones, esclavitud y sordidez a la sombra de un negocio que, según las organizaciones sociales que trabajan con los colectivos de prostitutas, genera al año 18.000 millones de euros y un beneficio de más de 45.000 millones en España.

En todas las provincias andaluzas se vive con esta lacra social: en parques públicos, polígonos industriales o zonas costeras. Y a plena luz del día, estas mujeres, la mayoría extranjeras, ofrecen sus servicios bajo la supervisión de mafias que controlan sus movimientos en todo momento.

Los estereotipos y prejuicios marcan, al amparo de la doble moral, el prisma con el que se analiza esta realidad que afecta a distintos ámbitos de la sociedad, pero en especial al de los derechos humanos de las trabajadoras de la calle. Detrás de ellas hay un silencio en el que se esconde el mayor negocio a nivel mundial detrás del tráfico de armas y de drogas. Con la llegada de la crisis económica y las restricciones legales que muchos ayuntamientos, como los de Granada, Sevilla o El Ejido, han puesto a los clubes de alternes o los pisos – club, la calle se han convertido de nuevo en el escenario prioritario para ejercer la prostitución. Tras las operaciones policiales, muchas mujeres no tienen otras alternativa que volver a su anterior dedicación dadas las pocas posibilidades de promoción social actuales. Es la pescadilla que se muerde la cola, pues la formación y las alternativas para buscar otra forma de trabajo son, en general, inexistentes. Estigmatizadas por una sociedad que les da la espalda, tanto por varones como por mujeres, el pasado mes de marzo, el colegio de abogados de Sevilla puso en marcha un turno de oficio especializado en la explotación sexual, cuya coordinación depende de la letrada Amparo Díaz, que califica a la prostitución como «un reducto de impunidad de la violencia contra los seres humanos». La mayoría de los consumidores no buscan sólo un rato de sexo, sino llevar a cabo situaciones de opresión y humillación sin límites que en la vida cotidiana estarían castigadas por la ley. En este sentido, Díaz resalta «la cosificación que hacen los hombres de las mujeres», algo que las convierte en el medio para conseguir placer mediante la sumisión total de la otra persona. Mitos y tratos en la clandestinidad donde participan hombres de todas las clases y estratos sociales. Desde los jóvenes que viven su primera experiencia sexual hasta ejecutivos de éxito o maridos de conducta intachable lejos de las luces de neón.

La Ley Andaluza de Medidas de Prevención y Protección contra la Violencia de Género del año 2007 reconoce el maltrato como una situación intrínseca a la prostitución en su artículo 3. «La violencia de género es el oficio más antiguo del mundo», recalca esta abogada tomando las palabras de la ministra de Igualdad, Bibiana Aído. Una de las justificaciones de la prostitución se basa en que es una opción de libertad sexual, pero sólo para los consumidores. En el momento de entrar en el negocio, las mujeres son aleccionadas sobre lo que pueden decir y lo que no. El dinero puede más que cualquier prejuicio y no hay escapatoria para la mayoría de ellas. Cada vez que cae una red dedicada a la trata de blancas sale a luz todo el dolor y la desolación de unas mujeres que en gran medida han llegado engañadas. La geografía del origen de la prostitución demuestra que el hambre del Tercer Mundo se alivia en gran medida en los prostíbulos y en las calles de Europa y Estados Unidos.

Sevilla, Málaga, Granada y Almería se han convertido en los grandes centros de este negocio en el que las africanas y las sudamericanas protagonizan la actividad. Según los expertos, en la espiral se entra de una manera clara: desde la precariedad laboral y la exclusión social. Muchas de las mujeres que llegan desde sus países de origen tienen importantes cargas familiares y los escasos ingresos que reciben por su trabajo en España no les permiten enviar dinero. En esos momentos, prostituirse es una salida que en un principio puede reportar beneficios inmediatos, pero que a medio plazo se convierte en un laberinto del que es imposible salir. En el caso de las españolas, la mayoría termina en la calle por problemas de adicciones, drogas, alcohol, malos tratos o falta de recursos económicos ante una carga familiar importante. Desde hace un tiempo, los matrimonios de conveniencia, tanto en extranjeras como en prostitutas españolas, se han convertido en la moneda de cambio para normalizar sus vidas. Sin embargo, la situación se invierte de nuevo porque en general se convierten en «matrimonios serviles». Se trata de una prostitución en la que el marido toma las riendas de la vida de la mujer, a la que considera «suya tras casarse con ella y sacarla de la calle», destaca Díaz, que insiste en que este tipo de casos se  intensifica en chicas sudamericanas y de origen marroquí.
 

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