Uno de cada tres usuarios del albergue invernal pasa a centros más estables

El Correo, TERESA ABAJO, 17-04-2010

El albergue invernal de Bilbao acaba de cerrar sus puertas, pero detrás de la última noche hay más recorrido para uno de cada tres usuarios. De las 294 personas que han dormido en las literas de Mazarredo, un centenar han pasado a otros alojamientos más estables donde, además de dormir a cubierto, intentarán avanzar en su proceso de inserción. El balance del servicio es diferente al de años anteriores, como lo fue el punto de partida. El Ayuntamiento advirtió desde el principio que las 50 plazas estaban reservadas para la gente que habitualmente duerme en las calles de Bilbao, al menos durante los tres últimos meses.

«Antes se llenaba al minuto uno con gente que dormía bajo techo y quería ahorrarse el alquiler o venía de otras comunidades autónomas», afirma el concejal de Acción Social, Ricardo Barkala. «No estaba cumpliendo el objetivo». Los educadores de calle hicieron un censo detallado de las personas sin hogar en la ciudad, en torno a un centenar, con su nombre o mote por el que se les conoce y el lugar donde pasan las noches. Esta lista ha sido la prioridad en el reparto de camas, reservando tres cada noche para casos de urgencia, aunque «si quedan camas libres, se deja entrar a otras personas». La ocupación ronda el 100%.

El resultado es que ha pasado por las instalaciones menos gente que el año anterior – de 365 a 294 – y se ha quedado más tiempo. 25 personas que se mostraban reacias a acudir a un albergue han dado el paso esta vez. «Se ha hecho un esfuerzo mayor en la atención socioeducativa a la gente más crónica y deteriorada», explica Txema Duque, jefe de sección de Inclusión y Urgencias Sociales. El albergue invernal cumple una doble función, la asistencial y la «oportunidad de inserción» para la gente que vive en la calle, siempre dentro del límite de plazas disponibles en los centros municipales. A diferencia de 2009, este año no se han abierto las 50 camas adicionales, sólo se han habilitado algunas durante los «golpes de frío».

Alquiler compartido

Cada proceso de evolución personal requiere «un esfuerzo de los profesionales» y de los propios beneficiarios, añade Duque. De los 294 ‘sin techo’, 240 han sido atendidos por otros servicios sociales y 99 han sido derivados a alojamientos más estables. El principal es el albergue de Elejabarri, con un mayor nivel de exigencia y más apoyo a quienes quieren salir del círculo de la exclusión. Aquí duermen ahora 56 antiguos huéspedes del invernal. Otros 14 se han trasladado al centro de baja exigencia de Mazarredo, que está en el mismo edificio, y 13 han dado un paso hacia alojamientos autónomos, como pisos compartidos o pensiones. A menudo se trata de personas que han empezado a percibir la renta de garantía de ingresos y pueden compartir un alquiler. Los centros de Hontza, Ozanam y Lagun Artean también les han abierto sus puertas.

El cambio de criterio no ha alterado la proporción entre el número de usuarios inmigrantes – el 70%, sobre todo del Magreb – y de nacionalidad española. La otra novedad ha sido la ampliación del horario del servicio para que el día no se haga tan largo en la calle. Desde las siete de la tarde, y desde las cuatro los fines de semana, se han abierto las puertas y cada día se ha atendido a una media de 25 personas. En cuanto a los incidentes, ha habido 43 expulsiones temporales – como el año pasado – y seis definitivas – tres más que en 2009 – motivadas por insultos y amenazas. Los responsables del servicio, que gestiona la asociación Bizitegi, han llamado a la Policía 23 veces: la mitad para recordarles que acudan a la entrada para prevenir conflictos y otras durante las expulsiones. En otra ocasión, fueron los gamberros que salían de un pub los que se dedicaron a molestarles.

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