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Inmigrante, sé feliz
La Voz de Galicia, 01-04-2010No eran tiempos de inmigración en las orillas del Tormes cuando Lazarillo nos contaba sus fortunas y adversidades. Pero la picaresca vuelve hoy como único medio para combatir la mezcla explosiva que forman crisis, inmigración y unas leyes hipócritas. La hipocresía aparece en este escenario por el aparente buen rollito de las normas mientras la estaca yace escondida, presta para machacar al primero que no cumpla. Consulados, INEM, comisarías, oficinas de extranjería, todos parecen conjurarse contra el inmigrante, siguiendo unas instrucciones ocultas que se arrastran desde el epicentro ministerial cual serpiente bajo la hierba. No se cambian las leyes, solo se reinterpretan las normas.
Pero he ahí al moderno Lazarillo, menos castizo aunque igual de pragmático. ¿Necesitas un contrato de trabajo aunque sea aparente? Don’t worry, para eso están los empleados de hogar discontinuos: autoempléate y sé feliz. ¿Necesitas un informe de arraigo pero no hablas nada de nuestro idioma? Don’t worry , empadrónate en un pequeño ayuntamiento y descubrirás una ONG gubernamental. ¿Que el Registro Civil no se cree eso del matrimonio de la buena moza escotada y el octogenario? Don’t worry , los caminos del Señor son inescrutables? si estás bautizado. ¿Estás bajando del transporte y te espera la devolución a tu país? Don’t worry, trágate el pasaporte y pide asilo.
La economía del inmigrante no es sumergida: navega entre aguas. El que vende discos piratas por las calles cotiza, por ejemplo, como empleado de hogar. Así hay que cumplir con la penitencia de los cinco años, momento en el cual, bien por residente permanente, bien por nacionalizado, concluye eso de contribuir a las arcas públicas sin tener oficio. Pena de estadísticas de paro, tan esmeradas como imprecisas. Peor para el cabeza de familia que necesite de doméstica, que no podrá traerla de fuera por los presuntos parados que hay dentro.
Si lo que se persigue es que conserve los papeles aquel que pague impuestos, aunque sean pocos, ¿por qué no quitarse la careta? Permitamos pues que nuestros ilegales se conviertan en contribuyentes y contabilicen sus méritos en euros. En vez de residencia por arraigo se implementaría una residencia por recibos, elevándose a documentados los más pagadores, en un estilo copiado a los norteamericanos.
Mientras hipócritas y pícaros libran sus escaramuzas, nadie sabe a ciencia cierta qué va a pasar cuando la crisis arrecie, como se prevé, a lo largo de este año. Tal vez un pequeño apocalipsis de convivencia ante la llegada del jinete de la inmigración ilegal, el del paro, el de la delincuencia y el más infame? el jinete de la xenofobia. Pero pase lo que pase, mientras tanto, buen talante y don’t worry, be happy.
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