La policía tolera una prostitución mucho más tranquila en la Rambla

# Unas 15 mujeres del Este vuelven a ofrecer sexo en la calle pese a la mayor presencia de agentes # • Otro grupo de africanas, acusadas de robar, se van con clientes a porterías y pisos particulares

El Periodico, , 26-03-2010

DAVID PLACER
BARCELONA

La Rambla comienza a tener dos modalidades de prostitución: una semitolerada y otra perseguida. Después de varios meses sin prostitución por una vigilancia reforzada, unas 15 jóvenes búlgaras y rumanas han vuelto a ofrecer sexo en la esquina con la calle de Hospital, frente al control permanente de la Guardia Urbana. Otra decena de africanas, temidas por los robos a sus clientes, continúan buscando clientes, pese a la vigilancia policial, a partir de las tres de la madrugada, cuando los clientes de los bares salen en busca de discotecas.
El doble rasero policial tiene una clara explicación en boca de las prostitutas que ejercen con más libertad: “nosotras no robamos”. El grupo asegura que ninguna de ellas grita, ni se pelea ni acosa a los clientes y por esta razón no son multadas ni detenidas. “Cuando llega algún policía nuevo, nos pide la documentación, pero después ya nos conocen y no nos dicen nada. Nosotras no tenemos sexo en la calle. Vamos a habitaciones privadas”, explica una prostituta rumana.
Los Mossos aclaran que no persiguen a nadie por su origen, sino según los delitos o faltas que cometen. Y las africanas suelen acumular gran cantidad de denuncias. Por su parte, la Guardia Urbana asegura que no puede llevar a identificar a las rumanas por ser europeas.
Pese a una vigilancia policial más estricta, la oferta de prostitución en la Rambla es evidente cada noche. Aunque no se trata de un centenar, como hasta el año pasado, este diario pudo comprobar que una treintena de mujeres y un grupo reducido de travestidos continúan ejerciendo la prostitución en la Rambla.
Las africanas se muestran más inquietas, caminando sin rumbo y sin ubicación fija. Al menos una fue detenida la madrugada de ayer por una patrulla de la Guardia Urbana en la calle de Hospital y una redada sorpresa terminó en una larga persecución la madrugada del lunes. «Cada vez las vemos más arriba. Ya han llegado incluso hasta el metro de Catalunya», comenta Carmen Ruiz, una vecina de la calle de Tallers.
Los vendedores de latas de cerveza, que también son identificados en ocasiones por la policía, aseguran que todavía hay noches en las que se ve el sexo en la calle. «Todavía se van a las calles más estrechas para hacerlo, aunque no tanto como antes. Las africanas están más organizadas y tienen una jefa que se encarga de vigilar que nadie las sorprenda con el cliente en la calle», explica un vendedor en las inmediaciones del Liceu.

SIN RELAJACIÓN / La mayor vigilancia policial al menos ha logrado que la prostitución se ejerza ahora sin tantos gritos ni peleas y que el sexo de pago en plena vía pública haya dado paso a una mayor práctica en lugares más cerrados: portales y habitaciones particulares. La madrugada de ayer dos africanas que interceptaron a dos hombres en la Rambla terminaron a las seis de la mañana en un portal de la calle de Tallers, después de que los clientes sacaran dinero de un cajero automático.
«Aunque hayan vuelto, son muchas menos y continúa la fuerte vigilancia policial. No tenemos más instrumento legal que la ordenanza cívica. Hemos identificado hasta 17 veces a estas mujeres, las hemos llevado a extranjería y hasta hemos embargado las cuentas corrientes si no pagan las multas. No podemos hacer más», asegura Assumpta Escarp, concejala de Seguridad
Los Mossos recuerdan que la prostitución es alegal y que no pueden garantizar que no haya prostitutas en la calle. Según la policía autonómica, el dispositivo Llacuna para evitar los robos y acoso a los turistas de la Rambla continúa como hasta ahora y «no se ha bajado la guardia». El patrullaje intensivo desde la polémica por las fotos de prostitutas practicando sexo en la vía pública ha permitido disminuir de forma notable las peleas callejeras producidas por las prostitutas, según la policía.
«Antes eran más de 100 y se peleaban en cada momento. Ahora son menos, entre 20 y 30 pero ya no causan tantos problemas», asegura un quiosquero. La prostitución resiste en la calle hasta el amanecer, tanto que las cafeterías y panaderías notan la actividad. «Cuando llego a trabajar a las siete de la mañana aún quedan prostitutas», dice el empleado de una panadería.
La concejala Escarp asegura que la nueva estrategia de la Guardia Urbana pasa por multar más a los clientes para disuadirlos.

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