La Gipuzkoa que quieren sus jóvenes

Porque los jóvenes de hoy son los adultos del mañana, su opinión se antoja clave en el diseño de la sociedad del futuro. Para conocerla, el proyecto Gazteak+20 ha recogido sus valoraciones, ha consensuado sus posturas y ha unificado sus conclusiones.

Diario de noticias de Gipuzkoa, dg, 26-03-2010

impulsar el euskera, fomentar la emancipación de los jóvenes, establecer una igualdad real de género, garantizar los derechos de los inmigrantes o consolidar otro modelo energético. Entre otros muchos, y según los jóvenes del territorio, estos son los objetivos que deben enfocar la estrategia de Gipuzkoa a medio o largo plazo. O lo son, al menos, según las conclusiones del proyecto Gazteak+20, integrado dentro del proceso G+20 y promovido para conocer de primera mano, precisamente, qué es lo que piensan quienes liderarán la sociedad guipuzcoana de aquí a dos décadas.

Divididos en 31 grupos de trabajo, casi 700 jóvenes de catorce centros escolares de todo el territorio de entre 14 y 24 años han consensuado un diagnóstico sobre la situación actual y la que, a su entender, debería marcar la Gipuzkoa de 2030. Han dicho lo que les gusta, lo que no, lo que quisieran cambiar y lo que esperan que se haga. Han dado su punto de vista para que, en última instancia, éste sea tenido en cuenta en esa reflexión a largo plazo que impulsó la Diputación y que busca, con el respaldo de numerosos agentes sociales, formar una visión a futuro de Gipuzkoa. Un horizonte al que llegar y un plan para hacerlo.

las conclusiones

Todos los ámbitos

Y esas conclusiones, que fueron expuestas por los propios protagonistas ayer en el recinto ferial Ficoba de Irun, abarcan diversos ámbitos. En concreto: el euskera, la emancipación de los jóvenes, la evolución de la sociedad, el modelo de bienestar, la inmigración, la violencia, los modelos energéticos, el medio ambiente, el transporte y la movilidad, las instituciones públicas, la igualdad de género y la economía. Áreas que preocupan a la juventud y sobre las que se ha realizado, además del citado diagnóstico, una reflexión a futuro.

En opinión de los jóvenes, por ejemplo, se tendrá que “cuidar, mimar e impulsar mucho más” el uso del euskera; se tendrá que “construir más VPO”, “impulsar el alquiler social” y “socializar la mentalidad del alquiler”; se tendrán que dar “más ayudas para potenciar la natalidad” y “facilitar la integración” de las nuevas culturas y los nuevos modelos de familia; y se tendrá que “poner más servicios públicos y adecuados” y enfocar sus ayudas para encaminarlos a quienes más los necesiten.

Y, en opinión de los jóvenes, habrá que garantizar a los inmigrantes “los mismos derechos” y respetar “todas las culturas”; habrá que cambiar el modo de pensar para “reducir la violencia”, denunciar los casos que existan, facilitar más ayudas a las víctimas y aplicar más severidad en las medidas; habrá que promocionar las energías renovables y fijar políticas alternativas adecuadas para consumir; y habrá que “dejar de lado los intereses políticos y económicos” e incorporar el medio ambiente y la opinión pública en las políticas medioambientales y en proyectos como el TAV o la incineradora".

Y, en opinión de los jóvenes, hará falta “mejorar la movilidad”, “renovar las infraestructuras ya existentes” y potenciar y abaratar el transporte público; hará falta que las instituciones “escuchen a los ciudadanos” y que se “controle o utilice mejor el dinero público”; y hará falta conseguir un sistema fiscal y económico propio y lograr un “reparto equilibrado” de la riqueza.

Todo ello, entre otras cosas, y dentro de unas prácticas con las que se pretende, a partir del diagnóstico elaborado, alcanzar esa visión de futuro consensuada. Los jóvenes, los adultos del mañana, han dado su punto de vista. Se les ha preguntado y han respondido. Trabajo de todos los agentes implicados será ahora que sus palabras no queden en saco roto y sirvan para hacer más factible esa Gipuzkoa de 2030. El proceso G+20 continúa. Sigue dando pasos. Avanza. La situación del territorio de aquí a dos décadas es impredecible pero, con él, algo más imaginable.

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