INMIGRACIÓN | Testigo directo

'Mi hija murió por este país, pero ahora quieren deportar a mi marido'

El Mundo, Ricard González | Washington, 22-03-2010

“Este país me ha traicionado. Mi hija murió por este país, y en lugar de mostrar gratitud, pretenden romper mi familia deportando a mi esposo”, explica Olivia Segura con los ojos humedecidos. La actual política inmigratoria de los EEUU genera un enorme sufrimiento a millones de familias hispanas con algún miembro indocumentado, pero pocas historias son tan dramáticas como la de Olivia.
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En noviembre del 2007, su hija Ashley Sietsema, de 20 años, murió en Kuwait, mientras conducía una ambulancia que transportaba militares heridos en la guerra de Irak. Aquel hecho trágico desencadenó una serie eventos que amenazan con romper su familia, e incluso su hogar.

“La pérdida de nuestra hija fue muy traumática para nosotros. Mi esposo empezó a tomar. Yo intentaba superar la depresión con pastillas”, recuerda Olivia, mientras mantiene un cartel con la fotografía en la manifestación multitudinaria a favor de la reforma inmigratoria que ha llenado el “National Mall” de Washington.

Su marido, un inmigrante indocumentado, fue arrestado en un control de la policía por superar el límite de alcohol permitido al volante. “El abogado que teníamos nos aconsejó mal. Le dijo a mi marido que se declarara culpable, sin saber que ello implicaría que se terminaría así su proceso regularización en marcha, e implicaría su deportación”, comenta Olivia.

Para colmo de males, su esposo perdió el trabajo a causa de la crisis, su hijo único tuvo que ser operado de urgencia de apendicitis, y ella también ha sido recientemente operada por una dolencia posiblemente causada por el estrés. La combinación de su caída de ingresos, con la elevación de su factura sanitaria comportó que no pudieran hacer frente a los pagos de su hipoteca, y su banco amenaza con desahuciarlos.

Olivia se siente desamparada y traicionada por la sociedad estadounidense, pues considera que no ha reaccionado con la gratitud suficiente a la pérdida de un ser tan querido. “He apelado a todo el mundo, a mi congresista, a asociaciones de veteranos, a Obama … pero nadie me ha ayudado”, dice desconsolada.

Funcionaria del consistorio de su ciudad, Dekalb, ha intentado infructuosamente una moratoria temporal de los pagos de la hipoteca: “He pedido a Bank of America una modificación de los términos de mi hipoteca. Puedo continuar pagando, tengo un trabajo. Pero no quieren. ¿Adónde van a parar los millones de ayuda a las familias en riesgo de desahucio? ¿Así es como esta sociedad nos recompensa nuestro sacrificio”.
La fuerza de la voluntad

A pesar de sufrir una profunda depresión, Olivia no se rinde. El viernes se subió a una camioneta alquilada junto con otras 15 personas, para hacer el trayecto desde Chicago a Washington DC. Nada menos que 14 horas de trayecto. “No sé si la nueva ley ayudaría a mi marido, pero no estoy aquí sólo por él, sino por los millones de familias que pueden sufrir el mismo trauma de la separación que la mía”, comenta mientras la multitud grita el tradicional “¡Sí se puede!”.

Una vez finalizada la manifestación, y mientras Olivia se disponía a tragarse otras 14 horas más de camioneta de vuelta a Chicago, el Congreso se disponía a realizar un voto histórico gracias a la perseverancia de Obama. El presidente ha explicado en numerosas ocasiones que le ha movido oír las historias dramáticas de decenas de norteamericanos sin seguro sanitario. A buen seguro que si el presidente lee alguna de las decenas de cartas que le ha enviado Olivia, encontrará el coraje necesario para impulsar la reforma inmigratoria que ponga fin al drama de las deportaciones.

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