Sociedad
«Mi vida depende de un papel»
Las Provincias, , 08-03-2010Edith Sandra llegó a España hace cinco años desde su país natal, El Salvador. Lo hizo, como miles de inmigrantes , con la esperanza de una vida mejor. Su vida era normal, tenía un trabajo y sus dos hijos rehicieron sus vidas. Pero en 2006, un accidente de tráfico cambió el rumbo de su vida.
Sandra iba con uno de sus hijos en un coche que fue golpeado en el lateral donde viajaba ella. En ese momento, notó un fuerte dolor en el cuello y fue trasladada al Hospital General de Elda. El médico determinó «cuello doloroso postraumático», es decir, esguince cervical. Cuatro años después, sufre todavía las secuelas, no puede trabajar y no tiene fuente de ingresos.
Cada año solicita la residencia permanente en España con la que lograría una pensión o una prestación por incapacidad suficiente para seguir adelante. Pero sólo consigue renovaciones temporales.
A partir del accidente comenzó una auténtica odisea por diferentes centros de salud, clínicas privadas, hospitales y consultas con especialistas. Se le han hecho resonancias, placas, análisis y todo tipo de pruebas médicas, con las que nadie ha podido encontrar una solución. Su historial médico es casi interminable y ahora el único alivio que encuentra son las cerca de diez pastillas que toma al día.
Al dolor, se suma la desesperación de no tener nada. Subsiste gracias a un bono de 35 euros semanales para comida que le dan los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Ibi. «Pero a veces no es suficiente y tengo que ir a la calle a pedir. Es bochornoso, porque teníamos una vida normal y ahora no tengo ni para el bocadillo de mi hijo», explica Sandra. Luis tiene 13 años y también sufre secuelas del accidente. Pero no se queja. Sobrelleva esta situación lo mejor que puede. «Sé que a veces me mira y le entra pena, pero no dice nada. Se ha tenido que hacer mayor porque estamos solos en esto. Sólo nos queda rezar».
No sólo la comida de cada día le quita el sueño. Sandra ya no puede retrasar más el pago del alquiler de su piso ni los recibos de luz y agua y puede que este mes le corten el suministro. Debe afrontar los gastos de material del instituto de su hijo. Hay que comprar ropa y medicinas. La lista es muy larga.
Sabe que sus dolores nunca desaparecerán, se ha concienciado para vivir con ello, «lo único que quiero es poder dar de comer a mi hijo y un techo donde dormir y eso depende de que me den un papel».
Invalidez total
Hace apenas unos meses, su médico escribió: «Alta en la unidad de dolor, tras haber sido paciente durante 2 – 3 años, sin mejora. Precisa muletas para caminar. Síndrome doloroso completo en la extremidad superior izquierda. Todo ello, y tanto tiempo de lado a lado buscando soluciones, le ha llevado a un síndrome depresivo severo. No apta para el trabajo».
Los doctores concluyen: «Dada la pluripatología, que en vez de mejorar empeora, creo que esta paciente es candidata a la invalidez total».
Sin tarjeta de residencia, no hay declaración de incapacidad ni, por tanto, prestación. El cónsul de El Salvador en Valencia, Rodolfo Bacharach, lleva años conversando con Administraciones y entidades bancarias y sociales con el fin de conseguir cualquier ayuda «pero nadie se implica y yo ya no sé qué hacer». Ha escrito a la Delegación de Gobierno (competente en regulación de documentos), a las consellerias de Bienestar, Sanidad y Educación. También a la embajadora en funciones de El Salvador en España, Anabella Machuca, el Arzobispado y otras entidades sociales, pero no hay respuesta.
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