La inmigración nos vuelve a interpelar
El Periodico, , 03-03-2010En estos días, la villa de Salt, en el Gironès, ha pasado al primer plano informativo porque parece que allí puede haberse deteriorado la seguridad ciudadana. Rápidamente, algunos lo han aprovechado para hacer un discurso teñido de racismo. Y alguna prensa lo ha recogido, no siempre bien. No me deja de sorprender la superficialidad y frivolidad con la que a menudo se tratan estos temas.
En Salt, y en muchas otras localidades de Catalunya, la población inmigrada ha aumentado extraordinariamente en poco tiempo. Algunos, quizá de buena fe pero con una pésima capacidad de análisis, no querían reconocer que esto significaba un problema. Pues sí, lo era y lo es, tanto para los que llegan como para los que los reciben. No querer reconocer los problemas los convierte siempre en más grandes. Pero digamos las cosas por su nombre: la raíz de todo ello no está en la maldad de unos o de otros, sino en causas estructurales políticas y económicas que son las que hay que abordar si no se quiere que se produzcan conflictos.
El primer peldaño del problema es que en el mundo existen millones de personas que tienen que marcharse de su casa. No vienen aquí porque nosotros seamos simpáticos, sino porque buscan refugio económico. Entonces, ¿por qué no se hace nada, o bien poco, por mejorar las condiciones de vida en los países de origen de los inmigrantes? ¿Por qué no se trabaja por una internacionalización y globalización de la justicia? Lo deseable es que aquí venga quien quiera, pero, al mismo tiempo, que nadie se vea obligado a ello.
El segundo peldaño del problema es la falta absoluta de planificación de los gobiernos españoles, que pretenden que encontremos soluciones sin que el Govern tenga competencias y sin dinero para los ayuntamientos. Los más pobres entre nosotros siempre lo pasan peor. Y, en tiempos de crisis, los pobres todavía son más pobres. ¿Puede parecernos raro que alguno de ellos inmigrante o autóctono acabe robando y delinquiendo? ¿Creemos que lo arreglaremos con buenas palabras o llenando nuestros pueblos de policías?
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