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Una Francia ¿demasiado negra?

El Mundo, RUBÉN AMÓN. CORRESPONSAL, 03-03-2010

El ‘black power’ molesta a Le Pen, pero también alerta a Thuram, que teme la relación raza negra – poder físico París


«Black, Beur, Blanc» fue el lema de Francia en el Mundial de 1998 y la fórmula en que se resumían las procedencias negra, magrebí y blanca de la campeonísima. No sólo en términos de pluralidad étnica. También para demostrar un modelo de integración que Jacques Chirac convirtió en instrumento pedagógico de conciliación. Doce años después se han malogrado las expectativas. La prueba está en que los franceses de la periferia, hijos de la inmigración magrebí y subsahariana, abuchean La Marsellesa cada vez que el himno revolucionario se escucha por la megafonía de Saint – Denis.


Es allí donde España juega hoy y donde va a encontrarse un equipo prácticamente negro. Le molesta a Le Pen semejante estética como antaño le indignó al socialista George Frêche. Se avergonzaba de la ausencia de «genuinos franceses blancos». Lamentaba que la selección hubiera dejado de convertirse en el reflejo de la sociedad hexagonal.


Predominan los negros porque son mejores, aunque semejante superioridad inquieta los trabajos de la fundación contra el racismo de Lilian Thuram. Al ex capitán bleu le preocupa que pueda relacionarse la raza y el poder físico a costa de relativizar la inteligencia.


El 22% de los franceses destacan la condición atlética como cualidad fundamental de la raza negra, mientras que únicamente el 3% antepone las aptitudes intelectuales. Quiere decirse que el color de la selección podría consolidar la peligrosa conclusión de los sondeos. No hay apenas diputados negros en el hemiciclo, pero siete de 11 son titulares en la selección. ¿Conclusión? El hombre blanco piensa, el negro, corre.


Para combatir semejantes discriminaciones, Francia ha demostrado un pionero talante de apertura. El primer jugador de fútbol negro que se puso la camiseta azul fue Raoul Diagne en 1931, mientras que el primer inglés, Viv Anderson, no lo hizo hasta 1978. Puede hablarse, por tanto, de una tradición que luego se ha armado de razones balompédicas. Sirva como ejemplo el black power de Trésor y Tigana, cuya pujanza en los ochenta demostró que los bleues eran una burbuja de tolerancia. Tanto valían los inmigrantes italianos (Platini), como los españoles (Fernández, Amorós), o como luego los magrebíes (Zidane) y los atletas de ultramar (Thuram, Karembeu).


La nueva era demostraría que el fútbol se ha convertido en un ascensor social. Los jóvenes encuentran una motivación, de tal modo que los porcentajes de jugadores negros en el equipo absoluto no serían sino el reflejo de cuanto ocurre en cualquier escuadra de la periferia parisina.


De los ocho blancos en el 98…


En el once de Aimé Jacquet para conquistar el Mundial de 1998 – en la imagen superior, escuchando el himno antes de la final ante Brasil – predominaba el blanco. Sólo tres de los titulares eran negros (Thuram, Karembeu y Desailly). Zidane, de procedencia argelina, y Djorkaeff, de origen armenio, ejercían de enlace con los seis (muy) franceses: Deschamps, Barthez, Lizarazu, Leboeuf, Guivarc’h y Petit. En los tres cambios del encuentro, un mestizo (Boghossian), un blanco (Dugarry) y un negro (Vieira).


…a los siete negros de la selección actual


La imagen corresponde a la Francia de la Eurocopa del 2008, con predominio negro. La proporción (7/11) se ha repetido hasta la actualidad. De hecho, Doménech sólo colocará hoy, probablemente, a cuatro blancos en su once inicial (Lloris, Toulalan, Escudé y Gourcouff).

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