"Los chinos hemos contribuido a construir este país, por eso se nos respeta"

Diario de noticias de Gipuzkoa, i.m. , 01-03-2010

Presidente del Casino Chung Wah

La Habana. Él dice que llegó a La Habana por error, “se confundieron con la foto de mi hermano y en vez de traerle a él me trajeron a mí. Éramos muy parecidos”. Pero a Juan Eng no le ha ido tan mal en Cuba y quizá por eso no se queja de las cabriolas del destino. El presidente de uno de los centros de instrucción y recreo más prestigiosos de la ciudad parece feliz. “Yo siempre digo que soy el penúltimo chino que llegó a La Habana. Vine aquí en 1953, y después de mí han llegado muy pocos más. Al principio fue duro, porque son culturas muy distintas y de los chinos que había en Cuba apenas el 4% eran mujeres , pero siempre hay soluciones. Por ejemplo, aquí encontramos un remedio muy bueno para la soledad y la cerrazón del chino: la negra cubana”. Eng se ríe abiertamente. Está jubilado y viaja a los Estados Unidos cada año, donde visita a uno de los pocos familiares que le quedan. “Yo no tengo problemas para salir. Los chinos hemos sido disciplinados y hemos contribuido a construir este país, por eso se nos respeta”. No siempre fue así. Los primeros chinos que llegaron a la isla a mediados del siglo XIX (los chinos manila de Filipinas) fueron forzados a llevar una vida de esclavitud. La mayoría de aquellos culíes (personas libres trabajando en un régimen de esclavitud) se afanaron en la construcción de carreteras y vías de ferrocarril, pero algunos pudieron salir de la marginalidad y montaron sus propios negocios, creando el famoso Barrio Chino de La Habana.

El barrio ya no es lo que era, pero sigue albergando pequeñas joyas, como la farmacia Chung Wah. A Juan Eng le gusta pasarse por allí de vez en cuando a conversar con dos chino-cubanas, Yolanda Choy y Rosario Chang, dos sonrisas adornadas con ojos rasgados y mejillas de piel canela. “Hay poco que vender”, se lamenta Rosario, “pero las cosas van a cambiar. Eusebio Leal el historiador que está reconstruyendo la Habana Vieja nos ha prometido que este año va a remodelar la farmacia, que tiene cerca de cien años. La van a poner bonita y entonces podremos vender más productos. De momento sólo vendemos uno, el mentolito (mentolado) chino, que sirve para infinidad de cosas pero que sólo podemos venderlo a nuestros asociados”.

En el barrio se sigue editando también el periódico chino Kwong Wah Po y algunos de los restaurantes más afamados de la ciudad se esconden en las vías de Zanja, Rayo, San Nicolás y Dragones, calles que condensan el sabor chino de La Habana. Por contra, el cementerio chino se encuentra apartado de esta zona céntrica, pues fue construido en El Vedado. Hasta allí peregrinan ahora de vez en cuando los descendientes de aquellos pioneros que llegaron a Cuba en el siglo XIX cargados de sueños.

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