Mor Ndiaye, primer 'mantero' al que indulta el Gobierno
El Mundo, , 17-02-2010Conmuta su destierro de 10 años por 60 días de trabajo a favor de la comunidad Madrid
Recuerda que iban 176 personas en el cayuco y que, mecido por las olas, vio a lo lejos una hilera de troncos flotando que resultaron no serlo. Eran cadáveres. Los troncos eran cadáveres de personas.
Recuerda que salió para llevar dinero a casa, para ayudar a que sanara padre y para repartir algo entre los seis hermanos; para que comieran más y se hicieran más fuertes sus hijos, el pequeño Gallas, de siete años, y la pequeña Mamediara, de cinco.
Recuerda también que su mujer le dijo al cabo, cuando no le alcanzaba ni para mandar un euro a Senegal, que lo abandonaba, que quería el divorcio, que menudo Marco Polo de ébano.
La única buena positiva que le han dado a Mor Ndiaye desde que partió hacia Tenerife en agosto de 2006 le llegó el pasado 9 de febrero, cuando le comunicaron el indulto que le había concedido el Gobierno. Pero ya ni recuerda qué hacía un hombre como él cuando se encontraba una alegría tirada por el suelo.
Mor tiene 35 años, ojos de haber visto mucho y un sueño desportillado. Fue condenado inicialmente a ocho meses de prisión y a una multa de más de 1.000 euros por vender copias pirata en las aceras. Le conmutaron la pena por el destierro: 10 años sin pisar el territorio Schengen. De su causa hizo bandera la Asociación de Sin Papeles de Madrid y la organización Ferrocarril Clandestino, que pidieron su indulto. El 20 de noviembre, el Consejo de Ministros acordó salvarle el pellejo a Mor. Se lo han dicho hace una semana. Habla poco Mor y no se ha traído las castañuelas.
«Cuando empecé a trabajar sabía que no era un trabajo digno, pero era la única posibilidad de comer y de tratar de ayudar a mi gente, a mis hijos. Si a una persona que llega sin papeles no le dejan la manta, ¿qué le dejan para vivir?, ¿no tiene derecho a hacerlo? Vendemos cedés. O paraguas. O gafas. Porque no somos delincuentes. Ningún mantero debería estar en prisión, no es justo… Yo trabajaba en una tienda de alimentación de Dakar, y a pesar de todo tengo muchas ganas de hacer cosas aquí. Pero es muy difícil si no tienes papeles. De los 176 que vinimos en el cayuco, algunos están trabajando. Bien, ese es un motivo para la esperanza».
En sólo dos meses de venta ambulante, Mor fue detenido siete veces con su baratillo de Bustamantes y Alejandros Sanz.
Si no era la manta, era que no tenía papeles. Así que, cuando se quiso dar cuenta, ya le tenían puesto en cubierta, listo para ser devuelto a los tiburones. Hasta que ha llegado este primer indulto que concede el Consejo de Ministros a un mantero (más de 60 ha presentado la plataforma de artistas Ni un mantero en prisión). En vez del destierro previsto, deberá pasar 60 días trabajando en beneficio de la comunidad.
A pesar de que el Gobierno ha suavizado el artículo 270 en el nuevo Código Penal que anda tomando forma en el Congreso, el caso es que el precepto sigue dando a los jueces la posibilidad de encarcelar a más tipos como Mor.
«Vivimos cuatro subsaharianos juntos, pagando 800 euros de alquiler al mes. ¿Que de qué como? Bueno, yo digo que tengo cinco madres aquí. Son cinco señoras que un día se me acercaron y me dijeron: ‘Si tienes un problema, dímelo a mí’. Son gente que nos ve como personas. Me da mucha vergüenza pedir ayuda. Pero están ahí».
De tener que regresar, ya sabe lo primero que hará: irá a por los niños, llevará a Gallas y a Mamediara a pasear por la playa y a mirar al mar. A ver si se ahuyentan los troncos aquellos y este naufragio.
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