LA VOZ POLÍTICA#

El inestable artefacto catalán

El Mundo, CARINA MEJÍAS, 14-02-2010

Ernest Maragall ha puesto voz al sentimiento de los catalanes. Pero no hay que olvidar que él pertenece al conjunto político que nos ha conducido a la mayor crisis de todos los tiempos. Es demasiado tarde para la actual legislatura, que no ha sido capaz de atender a la decadencia de Cataluña Desde el principio de la legislatura y pese a la rúbrica del pacte de Entesa en la que se establecían las prioridades de la acción del gobierno, los socios del tripartito han sido incapaces de evitar la incoherencia y la descohesión en cada una de sus acciones políticas. Despreocupados al exhibir sus diferencias, se afanan en obtener réditos personales y partidistas que ofrecer a los suyos y con los que situarse en el centro de foco mediático.


Tan ineficaces como cuestionados, Saura y Carod buscan su éxito personal, mientras sus propios partidos se descomponen en luchas internas que ni siquiera evitan disimular el menosprecio a sus propios líderes. Mientras Saura y Baltasar reducen la velocidad de los catalanes a los 80 Km/h, un joven Herrera en bicicleta lo rebasa por la izquierda dejándolo en la cuneta política.


Mientras Carod reparte dádivas por esos mundos de Dios, nombrando embajadores y buscando complicidades en casales catalanes y tribus indígenas, Puigcercós le quitó su silla, afanándose en apuntalar a sus afines en el territorio, pero ni aún así ha podido evitar que Carretero y Laporta le robasen la cartera.


Montilla, confiado en la fuerza y cohesión de sus munícipes correligionarios, exhibe el bálsamo del nuevo acuerdo de financiación con el que parecerse a un resistente y gran negociador, pero ha descuidando su flanco catalanista que le ha salido contestón.


La voz de Ernest Maragall se ha hecho oír como un trueno que resuena por encima del rumor de la tormenta: «los catalanes fatigados de tripartito, no reeditarán experiencias ni artefactos inestables».


Como Graham Green, Maragall, «ha intentado comprender la verdad aunque esto comprometa su ideología» y así lo ha hecho poniendo voz al sentimiento de los catalanes.


Pero Maragall, no puede tirar la piedra y esconder la mano, puesto que no anda sobrado de autoridad moral para hablar de regeneración política. Ha sido, y es, una pieza del engranaje del artefacto y coautor del chirriar de una etapa que nos ha conducido a la mayor crisis de todos los tiempos. Tiempos de fatiga en el debate estatutario, de agotamiento social, de tensión política, de debilidad e impotencia para solucionar con eficacia los problemas de la gente. Son los síntomas del estropicio que ha causado el experimento y ya no están a tiempo de rectificar.


Fatigados de tripartito, hartos de sus aventuras políticas e incapaces de atender a la imparable decadencia de Cataluña, la legislatura ha transcurrido languideciendo hasta exhibir un lamentable balance de decadencia y corrupción.


La justicia se ve incapaz de atender los concursos de acreedores de nuestras empresas, que en el último año suman ya mas de mil, la consejera de trabajo afirma en la tribuna que no posee una varita mágica con la que solventar el problema a medio millón de parados y el drama de sus familias, la economía se desploma al cuadriplicar su déficit público y Cataluña es hoy la comunidad más endeudada de España.


Las cifras son demoledoras, pero aún así el artefacto tripartito sigue dando zancadas sin encontrar el rumbo y asolando todo cuanto encuentra a su paso.


Dilapida las relaciones institucionales con órdagos al Estado, cercena nuestro sistema de libertades a base de prohibiciones, imponiendo cuotas y sanciones, tensiona las relaciones de buena vecindad mientras dibuja sobre el mapa nuevas divisiones territoriales y veguerías que nadie pide, alimenta maniobras de agitación con consultas independentistas, intenta zafarse de la corrupción que lo ensucia con pretendidas reformas electorales que estaban llamadas al fracaso.


Además de todo ello, la sospecha planea sobre un gobierno que, incapaz de asumir responsabilidades, huye del humo de los rescoldos que aún perviven en Horta de Sant Joan y del eco de las voces de cinco jóvenes bomberos que piden justicia.


Cualquier cosa es posible para contentar los intereses de los socios, evitar una ruptura del gobierno y avanzar dando tumbos hasta el final de una legislatura que languidece y resulta insostenible para Cataluña. Una herencia política difícil de afrontar y a la que habrá que suceder en derechos y obligaciones con la suficiente valentía y serenidad para afrontar las reformas que exige la sucesión.


La necesidad de relevar al artefacto está en el eco de los últimos sondeos de opinión, en las tertulias de opinadores libres y en la esperanza de la gente.


Si la voluntad política es otra, démosle la voz a los catalanes y dejemos que hablen las urnas.


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Carina Mejías es diputada del Partido Popular en el Parlament.

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