CRÓNICA DESDE BRUSELAS

Una ciudad sin ley en el corazón de Europa

El Periodico, , 09-02-2010

ELISEO Oliveras

Bruselas se siente insegura y la policía está soliviantada. Las agresiones, los robos con violencia en la calle y los asaltos a los comercios se multiplican desde la segunda mitad del 2009. Los culpables, cuando se logra detenerles, son puestos en libertad poco después y las penas de cárcel de hasta tres años no se ejecutan por falta de espacio en las prisiones, lo que ha generado un ambiente de impunidad total.
Los problemas se concentran en el centro, en algunas zonas comerciales, en Anderlecht, en Molenbeek y en los barrios más deprimidos de Bruselas. Una parte de la capital belga continúa siendo una ciudad básicamente segura, donde habitan sus dirigentes políticos, mientras que en la otra proliferan los pequeños capos locales, los tráficos de armas y de drogas, las extorsiones, el gansterismo y una islamización radical que impone la ley de la sharia en su territorio.
Los disturbios callejeros de Anderlecht y Molenbeek del pasado verano fueron una primera advertencia de que Bruselas corría el riesgo de degenerar en una especie de Bronx europeo. Después vino el incendio y la destrucción con cócteles molotov en noviembre de la comisaría de policía de Cureghem, sin que se produjera ninguna persecución judicial contra los protagonistas de ese asalto, a pesar de que hubo 57 detenciones.
Pero solo ha sido después de una serie de graves incidentes, de los que se ha hecho eco básicamente la prensa flamenca, que parece haber sonado la señal de alarma ante la endémica disfunción de la Administración judicial y el crónico letargo de las autoridades frente a los problemas cotidianos de los ciudadanos.
Entre estos incidentes destacan la decisión del Instituto Superior Industrial de Bruselas (ISIB), en Anderlecht, de trasladar a finales de enero sus clases a otro edificio en el centro de la capital después de que sus alumnos (los de aspecto occidental) fueran asaltados impunemente durante casi dos meses en el camino de ida y vuelta desde el metro o el tren al instituto por una banda de magrebís y otra de africanos.
Otro caso fue la violación cometida por un joven delincuente, detenido la víspera por última vez, pero que había quedado en libertad por falta de plazas en el centro de internamiento de menores. Y la gota que colmó el vaso para la policía fue el ser tiroteada de nuevo el 30 de enero con fusiles de asalto Kalashnikov en las calles de la capital por unos malhechores tras un frustrado asalto a una agencia de Western Union.
Los policías se manifestaron de forma sonora por el centro de Bruselas el pasado 3 de febrero, helicóptero incluido, para reclamar más personal, más material, más prisiones para que los delincuentes no sigan en la calle y más chalecos antibalas. Unas reivindicaciones que parece difícil que sean atendidas, ya que el Ministerio de Justicia ha recortado su presupuesto y el Ministerio del Interior anunció a finales de año que reduciría el número de agentes y no remplazaría a los 600 policías que iban a jubilarse en dos años. Una amenaza de huelga policial entre el 15 de febrero y el 31 de marzo flota en el aire.

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