Palabras mordaza: islamofobia

La Razón, 07-02-2010

Una de las noticias más repulsivas que me he leído en los últimos días ha sido la referente a esa marroquí llamada Ghailan a la que el imam de Cunit, en Tarragona decidió hacer la vida imposible por la sencilla razón de que no llevaba velo, trabajaba y tenía contacto laboral con españoles.  Cuando la acosada pidió ayuda a la alcaldesa socialista de la localidad, se encontró con que la progresista mujer le recomendaba que retirara la denuncia contra el imam y otros musulmanes para no crear problemas e incluso se entregaba a la tarea de que levantaran la orden de alejamiento que pesaba sobre ellos.  No sólo eso.  En un momento determinado, incluso en el Ayuntamiento hicieron saber a Ghailan –que ya recibía llamadas en árabe anunciando que le iban a quemar la casa con sus hijos dentro– que lo mejor que podía hacer era abandonar la población.  Al comportamiento, ciertamente indigno de la alcaldesa, hay que añadir el no menos reprobable de sus compañeras de partido desde Bibiana Aído a María Teresa Fernández de la Vega pasando por Carme Chacón o Trinidad Jiménez que no han dicho hasta el momento ni pío ni siquiera en catalán.  No hace falta decir que semejante conducta jamás se hubiera producido si el agresor hubiera sido, por ejemplo, un sujeto de Cuenca.  Con un musulmán, ¡ah, amigo!, la cosa cambia.  ¿A qué se debe esa indecente actitud ante una mujer maltratada? En no escasa medida a que tan dignas señoras andan paralizadas por la palabra islamofobia.  De ellas se podría decir cualquier cosa menos que son islamófobas.  Antes hay que permitir incluso que a una pobre mujer la expulsen de su hogar unos fanáticos.  Y es que islamofobia es otra palabra mordaza.  ¿Que a usted le aterra una religión que en la sura 4 del Corán indica que a la mujer sospechosa hay que golpearla? ¡Islamofobia!  ¿Que le parece una injusticia monumental que, de nuevo según la sura 4, la mujer reciba la mitad de herencia que el hombre o que el testimonio de una mujer valga la mitad que el de un hombre?  ¡Islamofobia!  ¿Que preferiría que la inmigración en España procediera de lugares más cercanos a nuestra cultura y que comprendieran los derechos humanos?  ¡Islamofobia! ¿Que sabe usted Historia y no se traga el camelo de la convivencia de las tres culturas?  ¡Islamofobia!  ¿Que piensa que Irán es un peligro para la paz mundial?  ¡Islamofobia!  ¿Que le parece un disparate la política de blandura hacia Marruecos?  ¡Islamofobia!  ¿Que le indigna que se lapide a mujeres por adulterio o se ahorque a homosexuales por serlo?  ¡Islamofobia!  ¿Que le resulta una indecencia que las feministas españolas callen ante la situación de la mujer en los países musulmanes? ¡Islamofobia, islamofobia e islamofobia! En esas andamos mientras personajes como Gaddafi señalan que Europa será un continente musulmán gracias a la natalidad de la inmigración islámica y, sobre todo, mientras algunos periodistas, inquilinos de universidad y políticos lanzan el grito de islamofobia sobre todo el que advierte a la sociedad occidental de lo que se le viene encima a fin de amordazarlo y, no pocas veces, de cobrar la recompensa por ello.  Quizá no resulta tan raro.  Sabido es que los musulmanes no hubieran podido invadir España en el 711 si no hubieran contado con traidores como el obispo don Opas.

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