La tensión se masca en el ambiente (socialista): Zapatero dice que nada de trucos y José Blanco reconoce, casi al tiempo, que es incongruente expulsar y empadronar a la vez a los inmigrantes sin papeles. El PP grita ¡eureka! y se suma alegre a la búsqueda y expulsión de los ilegales, creyendo haber encontrado un filón electoral. CiU desempolva la vieja y trasnochada iniciativa del carnet por puntos y sus alcaldes hacen piña en torno a Josep Maria Vila d´Abadal. El alcalde de Vic acata finalmente la legislación, pero los demás ediles le agradecen que haya puesto sobre la mesa un debate que estaba fuera del foco de los medios. Todos son conscientes del delgado papel de fumar que separa la verborrea de la demagogia, el electoralismo de la xenofobia, aLePen de nuestro actual panorama político. Todos saben que salirse del discurso oficial y razonable es un caldo de cultivo extraordinario para las pequeñas formaciones políticas, las que crecen en los charcos que los grandes no quieren pisar.

Rosa Díez es la política más valorada de Andalucía, por encima de Griñán y de Arenas. Y el PP podría desbancar al PSOE como primera fuerza política andaluza. Son datos del IESA, un organismo solvente dependiente del CSIC, cuyo último barómetro ha sacudido los despachos del palacio de San Telmo. Pero nadie vislumbra un cambio real: como mucho, una pérdida de mayoría absoluta que obligaría a gobernar en coalición, nada nuevo. Sería un mal menor, porque la preocupación de los socialistas andaluces es otra. Se llama Sevilla.

Si Alfredo Sánchez Monteseirín perdiera la alcaldía sevillana, tal como barruntan algunas encuestas internas, la debacle moral en el PSOE sería inmensa; se quedarían con una sola capital andaluza, Jaén. Por eso calientan motores tratando de encontrar una apuesta segura. “No me veo”, me dijo tras una de sus significativas pausas Alfonso Guerra, cuando le pregunté por ello el pasado sábado. Guerra quiso ser el primer alcalde democrático de la ciudad, pero no le dejaron; volvieron a tantearle para la última cita con las urnas, pero no cuadró. ¿Habrá quien le tiente para el 2011? Nada es descartable, si no fuera porque el partido no se lleva con Guerra ni él con el partido; ni en Sevilla, ni en Madrid.

Afinar el tiro es fundamental. Y aunque no está mal visto votar una cosa en tu pueblo y otra en el gobierno, no hay mejor barómetro ni sondeo electoral que unas locales para comprobar cómo los vecinos se convierten en desafectos. No olvidemos que son las elecciones por excelencia, aquellas en las que cualquier ciudadano vota teniendo constancia personal de si su alcalde ha cumplido lo que prometió, si ha gestionado con eficacia la cosa pública, si es un charlatán, un fantasma, un inútil o si se lo lleva crudo. Los ayuntamientos empobrecidos por la crisis son los primeros en pasar el examen, los primeros en detectar y pagar el malestar, la incertidumbre y el mosqueo de la ciudadanía: Europa era otra cosa. Y cuando los alcaldes braman, más vale que alguien les escuche.

Chica Almodóvar
Esta semana Marcos Ana cumplió 90 años y Pilar Bardem se arrancó – como Marilyn-a cantarle el cumpleaños feliz. También dedicó Aute su Al alba a este hombre que pasó 23 años en las cárceles de Franco. En el homenaje estuvo Pedro Almodóvar, que escribe un guión sobre su historia. Para el papel de la madre, tiene una voluntaria: Asunción Balaguer, viuda de Paco Rabal. Como Eva Mendes y tantas, quiere ser chica Almodóvar.

Otra de alcaldes
En Madrid, las quinielas sobre a quién apoyará Zapatero en la lucha por la alcaldía contra Gallardón – si vuelve a presentarse-están abiertas: pesa la convicción de que será alguien bregado en el gobierno. Pero el nombre que más suena es de la cantera, David Lucas, portavoz socialista en el Consistorio. El presidente andaluz, Griñán, se decanta por él, tras el fracaso de las apuestas zapateristas de Trinidad Jiménez y Miguel Sebastián.

Patxi López en Madrid
El lehendakari ha aprovechado las horas pasadas en Madrid para encuentros y conferencias, y para promocionar Euskadi en Fitur. También para ser premiado, algo poco habitual en un político: el galardón Carmen García Bloise por su defensa de las libertades públicas. También fue premiada la Fundación Vicente Ferrer, que ha visto como aumentaban las donaciones. La solidaridad despega.