Nosotros y los otros
El Periodico, , 22-01-2010Hablar de inmigración no es xenofobia, es necesario. Son palabras del alcalde de Vic, desbordado por el tsunami político y mediático que ha provocado la medida que tomó el ayuntamiento de no empadronar a los inmigrantes irregulares. Seguramente tiene razón al decir que es necesario. Pero todo depende de quién hable y cómo y cuándo. Según como se hable, significa destapar la caja de los truenos. No es lo mismo abordar esa realidad en época de vacas gordas que hacerlo en plena crisis y con las elecciones a la vuelta de la esquina.
Tal vez lo más interesante de la polémica ha sido la forma en la que ha ido evolucionando. Hemos pasado de unas primeras reacciones más inmediatas y viscerales, cargadas pesadamente de tópicos y de burradas, a un debate más consciente de los matices y de la complejidad del fenómeno, pero también más condicionado por estrategias electoralistas. El debate es clave para nuestro futuro. Uno de los grandes éxitos históricos de este país ha sido la capacidad de integración de las diferentes oleadas migratorias. Del mismo modo que nadie habla ya de los «altres catalans», que decía Candel, debemos hacer intentar repetir la historia.
No será fácil. El conflicto sería mínimo y no sería tan polémico si nos lo planteáramos de forma teórica o hipotética. Pero la decisión del Ayuntamiento de Vic, que ayer dio marcha atrás y no aplicará la normativa, quería dar una respuesta contundente a un problema práctico y real que afecta a la convivencia ciudadana. Las dudas legales y morales son evidentes.
En temas de inmigración, parece inevitable hablar de nosotros y de los otros. Así pues, desde el nosotros, repitiendo aquello de «no quieras encontrarte con ello», muchos comprenden lo que se pretende hacer en Vic. Desgraciadamente, este ejercicio de ponerse en la piel del otro, imprescindible para resolver conflictos, pocas veces lo hacemos con los otros. Las distancias legales, sociales, religiosas y culturales parecen enormes. Pero si por un momento lo hiciéramos, entonces sí tendríamos motivo más que sobrado para decir lo de «no quieras encontrarte con ello».
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