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Inmigración sin complejos

El Periodico, , 21-01-2010

ENRIC Marín

El 18 de diciembre del 2008 fue firmado el pacto nacional por la inmigración. El texto fue fruto de un largo proceso de diálogo y concertación, y fue suscrito por la patronal, los sindicatos, todos los partidos que representan el catalanismo político, oenegés… La propuesta es una expresión muy equilibrada, laica e integradora articulada sobre tres ejes: a) gestionar los flujos migratorios de acuerdo con el mercado de trabajo; b) adaptar los servicios públicos a una sociedad diversa, y c) integrar en una cultura pública común.
Define un marco adecuado para canalizar y ordenar el debate público y para facilitar el desarrollo de políticas sectoriales. Pero, con poco más de un año de vigencia, este pacto impulsado con determinación ya puede parecer una pieza de arqueología política.
Casualidad o no, el debate provocado por la propuesta del Gobierno municipal de Vic de restringir los criterios de empadronamiento de los inmigrantes ha coincidido con una ofensiva ideológica del PP que tiene la inmigración como referente central del discurso. Alicia Sánchez-Camacho ha afirmado que la inmigración será «un eje prioritario» de la campaña electoral. Y ya ha avanzado algunas ideas en las que se mezclan obviedades («en Catalunya y en España ni cabe todo el mundo») con afirmaciones de significación más bien enigmática («el padrón municipal no puede ser la entrada de los inmigrantes por la puerta de atrás»).
Como conclusión, los dirigentes del PP ya han avanzado la intención de reformar la ley de extranjería. El tono general de las declaraciones se mueve en un registro calculadamente populista con la vista puesta en las urnas. Pura munición electoral. No estamos ante un calco de la retórica de la extrema derecha. Lo que hay es la incorporación de una parte sustantiva del contenido de la agenda política de Josep Anglada envuelto con el desparpajo del tratamiento políticamente incorrecto. Este es el guiño que Sánchez-Camacho hace cuando dice que el debate de la inmigración «hay que afrontarlo sin complejos». ¿Sin qué complejos? ¿Sin complejo de inferioridad? ¿Sin complejo de verdugo? O, quizá, ¿sin complejos de conciencia democrática? La invitación a tratar el tema sin complejos es como decir atrevámonos. ¿Atrevámonos a qué?
La historia de Europa nos proporciona muchos ejemplos de la facilidad con que se puede encender la mecha de la xenofobia. Ninguna sociedad está vacunada, y la intensidad del fenómeno migratorio de la última década y la caída abrupta de la actividad económica crean una situación potencialmente muy delicada. La xenofobia es un material ideológico altamente inflamable y una poderosa aluminosis de la convivencia cívica y de la cultura democrática.

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