PRISMA
Este caramelo lleva cerdo
El Mundo, , 20-01-2010DURANTE LA celebración de una feria en Vic, unos niños magrebíes se acercaron al puesto de la Plataforma per Catalunya para coger unos caramelos. Allí estaba Josep Anglada, líder del partido, que les dijo: «Cuidado, estos caramelos llevan cerdo».
Ése es Anglada, el que gritaba Arriba España en el Valle de los Caídos y proclamaba que la suya era «la lucha de Cristo», el que se iba más recientemente a las manifestaciones antimezquita a liarla y a pescar votos. Está bien que quede claro ahora que Vic parece la capital de la Europa ocupada por los moros y Anglada el único dique de contención.
¿Qué hacer con Anglada? Durante todos estos años, los medios de comunicación y el resto de partidos políticos han despreciado e ignorado a la Plataforma per Catalunya. Esa estrategia ha provocado resultados preocupantes para cualquiera que se considere demócrata: el partido de Anglada ha conseguido 17 concejales en varios municipios, y en Vic, una ciudad con un 25% de inmigrantes, ya es la segunda fuerza política.
Parece claro, pues, que ante un personaje tan hábil – que además ha encontrado en la crisis económica un caldo de cultivo inmejorable para la propagación de sus teorías – no sirve mirar hacia otro lado y esperar que baje el soufflé.
¿Queremos que Anglada sea quien señale el camino sobre qué hacer con la inmigración? Si no, hay que combatir sus ideas con otras ideas, y por ello la propuesta del Ayuntamiento de Vic de negar el empadronamiento a los sin papeles es interesante en cuanto a que supone una respuesta a ese mensaje xenófobo. Dejar a muchas personas sin sanidad y educación pública es una bomba lapa en los bajos de nuestro Estado de Derecho y del consenso constitucional, así que habrá que seguir pensando, pero demuestra una voluntad de actuar frente al discurso ultra.
El problema de la inmigración, que es lo mismo que decir el problema de la pobreza, requiere de un debate nacional sosegado y sin apriorismos. Tanto daño hace Anglada como los que desde su casa de Sarrià o el Eixample, los que sólo han visto a un inmigrante por la tele, se rasgan las vestiduras con Vic sin haberse enterado de que en muchas partes la gente necesita respuestas ante una situación nueva.
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