Alavesa y caliente
El Correo, , 16-01-2010Apesar de que su siembra anda en retroceso no existe símbolo más alavés que la patata, orgullo autóctono y objeto de dardos peyorativos desde territorios hermanos. De ahí no extraña que el culebrón sobre los menores extranjeros recuerde al tubérculo patrio al punto de ebullición tras la fuga de 25 jóvenes extranjeros de Bide Berri durante cuatro días. La patata caliente atañe a la Diputación en este país de tantas bifurcaciones institucionales.
Es un asunto que conviene tratar con mimo casi sacramental. A 500 kilómetros de Vitoria llegan los ecos que las paredes del Ayuntamiento de Vic amplifican como una caja de resonancia. Allí se ha levantado una polvareda social por la negación a empadronar foráneos sin papeles. Aquí se habla con demasiada frecuencia de los menores extranjeros, un asunto enquistado. Y resulta peligroso zanjar trincheras entre los proteccionistas absolutos y quienes aprovechan el ruido para facturar xenofobia.
Quiera o no, la Diputación actúa como garante de estos chicos paridos en lugares inoportunos. Hace bien en exigir cupos territoriales para que unos pocos no carden la lana mientras otros se atribuyen la fama. Y en levantar un ‘stop’ a la picaresca si realmente hay beneficiados que no deberían serlo por edad. Pero tampoco cabe olvidar que los jóvenes extranjeros de hoy pueden ser los inmigrantes adultos de mañana, quienes vienen asumiendo trabajos que nosotros rechazamos y alimentan una Seguridad Social flaca.
Porque lo mismo que piden y se les da, también pagan – siempre que trabajen contratados – a la magra caja común de una sociedad envejecida por su baja natalidad. A quien extiende la mano por pillería hay que decirle no, sea de Senegal o del puente de San Cristóbal. Pero, sobre todo, el Estado debería convocar a las instituciones competentes para resolver el conflicto. Todo antes de que las bajas pasiones dibujen un lobo de fauces abiertas.
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