Madrid

Cayó el pedrisco de la crisis sobre el andamio, se vino abajo el tenderete del empleo, y el aguacero se llevó a los obreros inmigrantes de la construcción, por el sumidero del paro, en el primer trimestre de 2009.

Lo dice el Anuario de la Inmigración en España, que ayer presentó la Fundación Ortega y Gasset. El balance asegura que la crisis se dejó notar sobre todo entre enero y marzo de 2009. En ese periodo cayeron casi la totalidad de los 300.000 nuevos parados inmigrantes que ha devorado la recesión, un 7% del total de activos. Las previsiones para el 2010 rascan como lija: habrá un millón de desempleados extranjeros a finales de año. O lo que es lo mismo, uno de cada cinco acabará en el paro.

A pesar de que curiosamente ha habido un menor impacto de la crisis ocupacional entre los inmigrantes que entre los españoles, la investigación de los profesores Eliseo Aja, Joaquín Arango y Josep Oliver Alonso habla de un 27% de desempleo entre los primeros frente a un 16% entre los nativos.

«Desde marzo apenas se destruye empleo entre el colectivo inmigrante», apunta el economista Oliver Alonso. «Lo peor de la crisis ya ha pasado para ellos. El ajuste puede darse por concluido para los foráneos». Según el informe, el 70% del aumento del desempleo ha resultado de la entrada en el mercado de trabajo de nuevos efectivos.