El hombre que perdió a su familia en el incendio de la calle Castillejos trata de reunir 15.000 euros para poder repatriar los cuerpos de los fallecidos

La factura de la tragedia

La Vanguardia, , 12-01-2010

LUIS BENVENUTY – Barcelona
Los recuerdos del peruano Segundo Esquivel son confusos, y dolorosos. El fuego se desató en el número 408 de la calle Castillejos la última madrugada del año. “Teníamos mucho miedo, queríamos escapar – recuerda con el rostro sajado por el dolor-,y corrimos por las escaleras. Al principio se veían despejadas pero de repente una nube humo negro ardiente nos envolvió a todos”. Carolina, su esposa, Nataly, su hija, Jonathan, su hijo, y Mercedes, la novia de Jonathan, corrieron escalones abajo, se perdieron en la espesura, murieron en los rellanos. “No veía nada. El humo me estaba matando, hui hacia arriba, golpeé una puerta pidiendo socorro… Y cuando sentí el fin, un vecino me metió en su casa, me salvo la vida”.

La Federación de Entidades Peruanas en Catalunya organizó este domingo un baile benéfico. Acudieron unas ciento veinte personas. Los músicos tocaron gratis. Reunieron 2.800 euros. Esquivel necesita un total de 15.400 para repatriar a Perú los cuerpos de su esposa e hijos. Mercedes era española. Hasta ahora ha reunido unos 7.800, principalmente gracias a donaciones anónimas ingresadas en la cuenta 2100-0763-98-0100659772 de La Caixa. El objetivo es sumar lo que falta antes del viernes. El consulado trabaja para que cuadren entonces, aquí y allá, los complicados trámites, y que el drama no se alargue, no se burocratice. La misa de recuerdo se montó este fin de semana sin flores ni música, para ahorrar.

“Quiero rehacer mi vida en Barcelona – sigue Esquivel-.Hace cuatro años me hicieron un contrato fijo en una empresa de mantenimiento como conserje. Éramos muy felices en Catalunya. Mi familia estaba muy integrada. Vivíamos los partidos del Barça con mucha emoción. Este es un país donde sólo he encontrado ayuda, honradez y buenas personas. Pero quiero que los míos sean enterrados donde nacieron”.

Segundo Esquivel llegó a Barcelona con su hijo en la oleada inmigratoria sudamericana del año 2000. Su esposa y su hija ya estaban aquí. Catalina era enfermera. Estaba en paro, pero trabajó muchos años en un geriátrico. Jonathan se empleaba como dependiente en La Bolsera. Nataly se estaba preparando en Bellaterra para ser algún día directora de hotel. “Trabajaba en el hotel Omm, y quiero agradecer el trato de la dueña, de la señora Rosa, que ha estado a mi lado, apoyándome desde el primer momento. Hasta me ha puesto un abogado. Además, el único familiar que me queda en Catalunya es mi primo, que también trabaja en el Omm, y le dan días libres para que yo no me quede solo”.

Las palabras de agradecimiento de Esquivel se deshacen en su boca, y la mirada de sus ojos se pierde.

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