Procedían de Sudamérica y Europa del Este. Trabajaban de sol a sol, sin papeles y estaban obligadas a vender droga. Hasta que dijeron basta. Varias denuncias anónimas de prostitutas pusieron a la Policía en la pista de dos redes de explotación sexual asentadas en clubes de alterne de Andalucía, por los que pudieron pasar más de mil mujeres. En la operación fueron detenidas 50 personas que formaban parte de la red mafiosa.
El primer grupo actuaba en tres prostíbulos de Málaga, Córdoba y Torremolinos. Estaba constituido por 38 individuos, entre los que se encontraban los ‘capos’ de la organización y el dueño de los burdeles. Las víctimas estaban obligadas a rotar en estos locales en periodos de 21 días y hacían jornadas superiores a las 12 horas durante seis días seguidos. El segundo grupo trabajaba en casas de alterne de Almería, donde las mujeres se encontraban en situación de semiesclavitud. Sólo podían salir a la calle dos horas al día y pagaban 20 euros por el uso de una cama litera que era compartida con otras diez chicas.