Entre las inmigrantes procedentes de países pobres se observa que en ocho de cada diez casos la lesión física se produce en el hogar, no obstante cuatro de cada diez de estas mujeres no perciben las consecuencias del machismo en sus vidas. “Muchas han legitimado el machismo, lo ven como normal y se declara poco. No reconocen el sexismo no porque no lo padezcan, sino porque lo tienen interiorizado. Si esto es así en mujeres autóctonas, el número de las que legitiman el sexismo se dispara entre las mujeres inmigrantes”, explica Carme Borrell, autora del estudio. Porque la investigación revela que un 40% de las inmigrantes que recibe malos tratos no son conscientes de las actitudes discriminatorias. “El sexismo más solapado que suele desembocar en un maltrato psicológico se da más de lo que la gente supone en todas las clases sociales; las mujeres más preparadas son las que más sufren sus consecuencias. Su impotencia les lleva al insomnio, el tabaquismo, el alcoholismo, a solucionar sus problemas a golpe de pastillas. Esta situación en las mujeres inmigrantes se vive en silencio. Su salud se va mermando, pero ellas no lo relacionan con el maltrato físico o psicológico”, dice Barrenengoa.