Las otras caras de la Navidad
El Correo, , 26-12-2009Como rigen las normas de esta sociedad, cada día más diversa y multicultural, miles de familias afrontan estas Pascuas como unas fechas «sin especial transcendencia», fuera de los excesos y el derroche consumista que prima en la actualidad. Son las otras religiones, aparte de la cristiana – católica, que más fieles congregan en la capital alavesa: los musulmanes, los ortodoxos y los testigos de Jehová. Su manera de entender la fe difiere de una de las celebraciones más tradicionales pero cada vez más globalizadas de España y de todo el mundo. A pesar de ello, la agenda festiva de los últimos días de diciembre y de los primeros de enero les condiciona en cierta medida a pasar unas semanas algo diferentes a las del resto del año.
Familia de Fadila Saad
Musulmanes
«Hemos asumido algunas costumbres españolas»
La ceremonia del té es todo un ritual diario en casa de Fadila Saad. Su primo Sidi Mohamed se encarga de hervir el agua, colocar las tazas y elaborar una característica mezcolanza a base de infusión y aromas. Esta exótica tradición, junto con su extraordinaria hospitalidad, forma parte de la rutina de esta familia saharaui, que hace poco más de un año dejó atrás una árida vida en los campamentos de refugiados de Tinduf para venir a Vitoria.
Desde que llegaron a la capital alavesa se acogieron, en cierta medida, al viejo dicho ‘adonde fueres haz lo que vieres’. Por eso, aunque su peculiar hora del té tampoco falla en Pascuas, aprovechan estos días para empaparse de algunos aspectos del espíritu navideño local.
«Ya que ahora vivimos aquí, nos adaptamos a algunas costumbres españolas», asegura Fadila. Su noche del 24 de diciembre no distó mucho de la de muchas otras casas vitorianas, ya que estos inmigrantes también se reunieron con los suyos para disfrutar de una acogedora cena al calor del hogar. «Aprovechamos estos días para reunirnos con los familiares que viven en otras comunidades y estar con los amigos», apostilla.
Sus hijas, Koria y Milka, de cuatro y dos años, respectivamente, son conscientes de la magia y la ilusión que empapan estos días, hasta el punto de que se han empeñado en colocar un árbol de Navidad adornado por ellas mismas. Papá Noel se acordó de ellas ayer y les dejó algún juguete. «Les encanta salir a la calle y observar la animación y las luces que decoran las calles», comenta su madre.
Diciembre es una época tranquila en el hogar de Fadila. Sin embargo, su fe musulmana les obliga a cumplir con el ayuno diario del 22 de agosto al 22 de septiembre, durante el Ramadán. Una costumbre sagrada que siguen a rajatabla, al igual que la mayor parte de la comunidad islámica que reside en la capital alavesa. Su cultura también se deja entrever en las cenas y comidas de estos días, con la prohibición del cerdo y las bebidas alcohólicas. Por este motivo, su menú de Nochebuena se basó principalmente en el cuscús y los zumos de frutas. Tampoco rechazan el mazapán y los polvorones, productos de origen árabe. En la sobremesa, se divierten escuchando música de su tierra, «con canciones de Fidiha, Najem Alal o Mariam Hasan, por ejemplo, y también de artistas como Enrique Inglesias, Shakira o Laura Pausini». Para fin de año tienen pensado reunirse otra vez en casa «y salir un rato a la calle».
Los saharauis suelen pasar el té de una taza a otra en repetidas ocasiones «para que quede espumoso». Por eso, el primer sorbo el más intenso. A sus 29 años, Fadila reconoce que está bien amoldarse a la vida de otro país, aunque sin renunciar a su cultura. En las últimas semanas, tanto ella como los suyos han seguido con atención la huelga de hambre de Aminatu Haidar, hasta que recibieron con alegría la noticia de su vuelta a casa.
Esta familia saharaui afincada en Vitoria tiene una cita esta tarde en el colegio Jesús Obrero, donde celebrarán una fiesta en honor de la activista. Un emotivo encuentro que muestra la cara más plural de estos días de paz y prosperidad.
Familia Lázaro Paz
Testigos de Jehová
«El espíritu de paz debe forjarse todo el año»
Para la familia de Genaro Lázaro las navidades son fechas «sin especial transcendencia». Su vida transcurre estos días igual que el resto del año, con total normalidad. Y es que su filosofía de vida es «muy divergente» de la que marca la mayoría de religiones. «Nuestra conducta y costumbres están marcadas por los principios bíblicos», destaca el padre de familia. «Tratamos de vivir como lo hicieron los primeros cristianos, porque eran los que más cerca estaban de las enseñanzas de Jesús. Los apóstoles quisieron dar más importancia a las obras y a las enseñanzas de Jesús que al día de su nacimiento», apostilla.
El clan de Lázaro acude dos veces a la semana al Salón del Reino de la capital alavesa, en Lakua, donde se dedican al estudio de las escrituras «y, sobre todo, a ver cómo aplicarlas a la vida diaria, a las buenas relaciones o al trabajo». En lo referente a los festejos actuales, se plantean si los cristianos realmente celebraban o no la Navidad. «Pensamos que estas fiestas no honran a Jesús por varias razones. Primero, la Biblia no indica la fecha en que nació, ni que fuera el 25 de diciembre. Las festividades paganas romanas celebraban en esas fechas el nacimiento del sol invicto, y la cristiandad suplantó esas fiestas para incorporarlas a su religión», detalla Genaro.
Otra de las contradicciones es que «es imposible que Jesús naciera en el momento de la Anunciación, con los pastores durmiendo al raso, ya que en Belén esta es la época más fría y lluviosa del año. Además, muchas de las tradiciones de estos días ya se hacían en las celebraciones romanas», agrega. Por esta y otras cuestiones, los testigos de Jehová de no celebran la Pascua.
Mari Carmen Paz, esposa de Genaro, también destaca al respecto la actual globalización que sufren estas fiestas. «Es como si el comercio hubiese secuestrado la Navidad», critica. Y es que, ¿quién se resiste al consumo descontrolado y a la alegría que se desata en estas fechas? «Es muy difícil», razona, consciente de que «con tanta paz y generosidad se crean muchas expectativas y las personas que se sienten solas y forzadas acaban frustrándose. Y es que la Navidad ha eclipsado el sentido del Evangelio», zanja. El espíritu de paz, generosidad y unidad, apostilla. «debe forjarse los 365 días del año».
Desde que formaron una familia y criaron a sus dos hijos, «educarles siguiendo la espiritualidad y nuestras emociones» ha sido una prioridad para Genaro y Mari Carmen. Entienden que ante la gran mayoría que festeja la Navidad, ignorarla puede generar ciertas envidias sobre todo en los niños, aunque en su hogar nunca ha faltado amor ni felicidad. «Por supuesto que les damos esa ilusión constantemente, no sólo en unas fechas concretas, sino a diario, porque los regalos y el cariño son muy importantes. También hemos viajado con ellos a muchos países y hemos recibido en nuestra casa gente de otras culturas. En definitiva, tratamos de inculcarles la verdad: lo valioso es que los hijos aprendan a confiar en nosotros», destaca su madre.
Su fe adquiere relevancia los doce meses del año con el estudio de la Biblia. «Nuestros encuentros en el Salón del Reino están abiertos a todo tipo de público. Vienen personas de todas las edades y también de otros países, como China, Ghana o Brasil. De hecho, hemos formado grupos de habla inglesa, otro de portugués y otro de lenguaje de señas», explica Mari Carmen.
Los testigos de Jehová reciben su nombre del relato bíblico del capítulo 43 de Isaías. Respecto a los prejuicios que habitualmente rodean su modo de vida, los Lázaro los achacan al desconocimiento. «Creemos que el conocimiento del mensaje de la Biblia debe ser personal, sosegado, pacífico y sin polemizar. Tratamos de predicar fielmente el Evangelio, como los primeros cristianos», concluyen.
Alexandru Egres
Cristiano ortodoxo
«Las celebraciones son similares en Rumanía»
Hará unos cinco años que Alexandru Egres, natural de Bucarest, se enamoró del «ambiente festivo y alegre» de la capital alavesa. Aterrizó aquí un fin de semana y la animación autóctona le convenció para quedarse. Ahora está casado con Susana, una joven paraguaya, y preside la asociación vasca – rumana Mar negro, un punto de encuentro para la gente de su país. De padre católico y madre ortodoxa, Alex – así le llaman todos – reúne las facetas de ambas religiones a la hora de festejar la Navidad.
«Las celebraciones de aquí son similares a las de Rumanía. Se pone mucha comida, se está en familia y se charla. Y tampoco faltan los regalos», apunta. Ahora celebra las Pascuas con su mujer y sus amigos en Vitoria, donde «hemos formado una pequeña comunidad». Su casa está decorada con dos árboles navideños, luces de colores y calcetines sobre la chimenea.
La pasada Nochebuena prepararon un variado banquete a base de gastronomía rumana, donde degustaron ‘sarmale’. También hubo exquisiteces paraguayas, jamón, queso y vinos de La Rioja y Rumanía. No en vano, Alex trabaja en un restaurante de Vitoria. A sus 31 años, sus recuerdos navideños de la infancia le trasladan a su ciudad natal, donde abría los regalos acompañado de su familia. Allí es tradición que los niños canten los villancicos ‘colinde’ antes de acudir a la misa del Gallo ortodoxa del 24 de diciembre.
«Los coros de la iglesia también interpretan canciones preciosas de casa en casa. Los proverbios de paz, prosperidad, salud y buena suerte, entre otros mensajes, también se transmiten en esas fechas», añade, al tiempo que desvela que su país la txapela y las abarcas también son parte del atuendo tradicional.
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