Haidar: Dos días de tortura en la frontera
Canarias 7, , 20-12-2009El calvario de Aminatu comenzó en el aeropuerto de El Aaiún. Acababa de desembarcar del vuelo NT 6100 que la llevaba de vuelta a casa desde Gran Canaria y vio un nutrido despliegue policial, por lo que pensó que iba a correr la misma suerte que varios activistas saharauis que, días antes, habían sido privados de sus documentos y les prohibieron abandonar el territorio. Pero, para su sorpresa, salió de la terminal sin problemas.
Fue en el momento en que hacía cola ante el control policial cuando un comisario de Policía se le acercó, le pidió la documentación y le dijo que le acompañase. Así, la condujeron por un pasillo interior, para que no viera a las personas que la estuvieran esperando, hasta las dependencias policiales, donde se encontró con agentes de los distintos cuerpos de seguridad e inteligencia marroquíes.
A partir de ese momento, se puso en marcha un durísimo interrogatorio, que se prolongó durante 14 horas, desde las 13.00 hasta las 03.00 de la madrugada, «de forma continua y bajo presión psicológica constante, grabando su imagen con tres cámaras de vídeo manuales y también haciéndole fotografías de forma continuada, utilizando el dispositivo flash en todas ellas, a sabiendas de la debilidad ocular (…) que le fue provocada por los cuatro años que pasó en un centro de detención marroquí, con vendajes en los ojos durante la misma, sin recibir asistencia».
Sólo cinco horas después, a las 08.00 horas de la mañana del sábado día 14, se reanudó el interrogatorio y, a las 10.45, le comunicaron que iba a marcharse, aunque no le dijeron adónde. A las 11.10, la condujeron a una aeronave, le dieron el billete y le comentaron que iba a territorio español. «¿Donde vas a vivir más relajada y tranquila sino en España? Y desde allí puedes defender sin problemas tus planteamientos separatistas», se burlaron los policías.
En el camino hacia el avión, Aminatu pidió varias veces que le devolvieran el pasaporte y los teléfonos, pero se negaron, argumentado que «no los iba a necesitar y que estaban depositados en el Tribunal de El Aaiún». Ella insistió en que esa situación sólo es lícita si estuviera detenida, pero le contestaron: «Tu tienes otra categoría. No te vamos a detener y te vas a España».
EN EL AVIÓN. Aminatu vio en el comandante del avión su última esperanza de regresar con los suyos y le pidió ayuda. Le contó que no tenía pasaporte y que no quería viajar a España. «¿Va usted a llevarme en estas circunstancias?». El piloto, ante esto, comentó a los policías que no se hacía responsable del traslado, pero los agentes le espetaron que «eso no le atañe a él y que le concierne únicamente a la Policía española. Austed sólo le interesa el billete de la pasajera».
Tras dos llamadas telefónicas del piloto, éste continuaba negándose a llevar a Aminatu a España. Pero la policía marroquí, tras otra llamada, le ordenó: «La tienes que llevar, porque el Ministerio de Asuntos Exteriores español está informado y ha dado su conformidad». Después de dos nuevas comunicaciones telefónicas, el piloto accedió. Aminatou, aunque reiteró sus protestas, fue obligada a subir al avión, que despegó hacia España.
LANZAROTE. Aminatu se sorprendió al saber que iba a aterrizar en Lanzarote, «ya que en la referida isla no tiene familia ni arraigo alguno» y, tras tomar tierra, se negó a salir del avión, pero varios agentes de la autoridad le informaron de que tenían órdenes de aceptarla en España sólo por su condición de residente temporal. Ella les explicó que estaba allí obligada y que su familia seguía en el Sáhara, que es donde quería volver, y les dijo que «esta situación está producida por una complicidad entre le Gobierno marroquí y por el Gobierno de España, por lo que Marruecos la expulsa y España la secuestra».
Pero, finalmente, aceptó bajar y desplazarse a la terminal, donde le aseguraron que podría regresar al Sáhara con la misma documentación con la que había entrado en España. Sin embargo, cuando intentó comprar un billete para El Aaiún y aunque en un principio no le pusieron pegas, después le dijeron que no había plazas, porque el Inspector del Puesto Fronterizo tenía órdenes de sus superiores de prohibirle la salida si no tenía el pasaporte.
Fue entonces cuando tomó la decisión de quedarse en el aeropuerto, donde le indicaron que podría pasar la noche. Pero, poco después y «por órdenes expresas de Madrid», fue desalojada por seis agentes que «la levantaron por la fuerza, haciéndole daño en las espalda y en los brazos, y ante los gritos de protesta de sus acompañantes, la soltaron y cayó al suelo». Uno de sus acompañantes pidió que no la dañaran y así fue sacada de la terminal de forma pacífica.
Al día siguiente, Aminatu comenzó su huelga de hambre.
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