MONTSE GALÍ – Barcelona
Llega Aminatu Haidar sin pasaporte a Lanzarote y entra. Monta una puesto en pleno aeropuerto, rodeada de los medios de comunicación y los habituales del mundo de la farándula. Empieza una huelga de hambre. Desestima que le den la nacionalidad española y un alojamiento. Rechaza la atención médica y culpa al Gobierno español, como lo hace su compañero desde El Aaiún. Tiene dos hijos que se quedarán huérfanos si el desenlace, finalmente, es trágico, pero que hará de ella una heroína. Por su parte, el Gobierno, como siempre, se deja chantajear por el otro Gobierno “hermano”. La Unión Europea, de la que España forma parte, considera este chantaje un asunto bilateral. Esto es esperpéntico. Si hay que respetar su opción a suicidarse por una causa justa, aun teniendo hijos, déjenlo muy claro a los medios y a la familia. Si no tiene el derecho a suicidarse, denle medicación previa orden judicial. Pero traten de implicar a la UE, porque, de lo contrario, será una nueva gran incompetencia de este Gobierno, y van demasiadas.