FUERA DE FOCO
Zarzuela, tenemos un problema
La Vanguardia, , 11-12-2009Montserrat Domínguez
No quiero que muera Aminetu Haidar. Comprendo su resistencia numantina y su lucha por el reconocimiento de los derechos de los saharauis, un pueblo que, entre todos, hemos abandonado. Veo con simpatía la oportunidad única que supone para su causa la notoriedad que está atrayendo, dentro y fuera de nuestras fronteras. El Sáhara ha vuelto a las tertulias, a los parlamentos, a las embajadas y hasta a los bares: Aminetu ha sacado de la inanición un conflicto enquistado y casi cadáver en términos de opinión pública. Lo que no tengo tan claro es hasta dónde llega el dilema humanitario y dónde el político y hasta qué punto es legítimo entrelazarlos para que sólo haya una solución posible: la única que el activista dispuesto a morir quiere.
Salvo por razones humanitarias, a estas alturas del conflicto – 26 días-,es improbable que Marruecos dé su brazo a torcer y acepte a una ciudadana del Sáhara Occidental entrar en el Reino; por mucho menos que eso ha enviado a prisión a otros activistas saharauis. Además, Rabat ha movilizado a sus políticos, periodistas y organizaciones sociales para influir en distintas capas de la sociedad española, y contrarrestar la oleada de solidaridad sincera y espontánea que capitanean los artistas y que brota de la mala conciencia: con la descolonización, dejamos a los saharauis en manos de la monarquía alauí, y como bien decía ayer en este diario Mustafa Mansuri, presidente del parlamento marroquí: “No somos la España de las autonomías, Marruecos es otra cosa”.
Solamente el Rey puede levantar la mano y parar esa deriva kafkiana del conflicto: en un acto de majestad, Mohamed VI demostraría, ante sus súbditos, su capacidad de clemencia ante una “provocadora” y una “traidora” – así la definen-,capaz de poner en jaque a España y a su hipersensible opinión pública (no hablemos de la vengativa clase política). La compasión del monarca no tendría por qué tener costes políticos en Marruecos.
Pero para eso tendría que mojarse don Juan Carlos; la Casa del Rey ha hecho algo tan poco habitual como explicar a Izquierda Unida por qué no ha intercedido en este asunto – porque el gobierno no lo cree necesario-.Extraña carta para una petición más extraña aún; una coalición que se declara republicana, solicitando la intervención del Rey. “Es para lo único que sirve la monarquía, para mediar con otros reyes y dictadores”, afirman despreciativos quienes, en el fondo, son conscientes de las distintas varas con la que se mide la actuación de una democracia con forma de monarquía parlamentaria, y una dictadura, disfrazada de democracia formal. España y Marruecos, para entendernos.
El gobierno español está atrapado en una tela de araña de la que será muy costoso salir; sus presiones al vecino no han tenido éxito, y Aminatu no cede ni un milímetro; solo acepta una solución, la suya. Veremos si finalmente se traga el orgullo y llama bien a Zarzuela, bien a la Casa Blanca, para darle una oportunidad de estrenarse al nuevo premio Nobel de la Paz.
Nay Phone Latt
No es fácil que lean este nombre en otro sitio: es un poeta y bloguero birmano, de 28 años, dueño de dos cibercafés en Rangún. Lleva un año en prisión, y le quedan 19, por dar voz a la juventud y criticar a la Junta Militar en internet, delito que ha llevado a la cárcel también a su abogado. Los periodistas occidentales usamos su blog como fuente de información durante la revolución del azafrán.
Dawitt Isaak
Tampoco les resultará familiar. Es un periodista de Eritrea, que lleva desde el 2001 en prisión sin saber de qué se le acusa, aunque el ministro de Información ha dado pistas: es una amenaza para la seguridad del país. Se exilió en Suecia en 1992 y allí nacieron sus hijos, aunque volvió a su país para fundar un semanario independiente: le ha costado la libertad, y posiblemente la salud.
Ricardo González
Cuba sí juzgó a Ricardo González, y le condenó en el 2003 a 20 años de prisión por estar a sueldo de EE. UU. y ser un peligro para el país. Era corresponsal de Reporteros Sin Fronteras, que cada año nos pide que apadrinemos a algunos de estos periodistas para que el silencio no se añada a sus absurdas condenas. Como Aminatu, Ricardo González acaba de iniciar una huelga de hambre. Como él, Isaak y Latt, hay otros 170 periodistas encarcelados en todo el mundo.
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