Moratinos niega lo obvio y hace hincapié en que los «sólidos» vínculos con Marruecos no quedarán dañados.

Conciliador con las palabras pero con una seria advertencia en el mensaje. El ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Taib Fassi – Fihri, puso ayer sobre la mesa la cooperación de su país en el área de inmigración y de seguridad para preguntar al Gobierno español hasta dónde está dispuesto a llegar en la polémica desatada con la activista saharaui Aminetu Haidar, a quien Marruecos no permite regresar a su territorio.
Aunque culpó a Haidar, en huelga de hambre desde el 16 de noviembre, de haber desatado la crisis, el canciller de Rabat miró al Gobierno español a la cara para indicar que sus gestiones pueden tener consecuencias.
«Hace años que se construye pacientemente esta relación en el sentido del interés recíproco y hemos hecho mucho. Es a esta España a la que me dirijo», dijo Fassi – Fihri en rueda de prensa tras reunirse con los europeos en el octavo consejo de asociación.

«Tiene una agenda política»
«Cuando hay inmigración es con nosotros con quienes quieren hablar, no con nadie más», añadió, para interrogarse si es con Marruecos con quien quieren cooperar en el futuro o con quienes «no quieren Magreb ni Europa». «¿Hasta dónde se llegará en la infección de la relación hispano – marroquí?», se preguntó.
El ministro marroquí insistió durante la rueda de prensa, y más tarde con los periodistas, en que la culpable de la crisis es Haidar quien, dijo, rechazó considerase marroquí cuando se lo preguntaron el 14 de noviembre en el aeropuerto de Al Aaiún. «Ella tiene una agenda política», opinó para rechazar su consideración de defensora de derechos humanos.
El ministro añadió que para que Haidar recupere su pasaporte debe aceptar la nacionalidad marroquí y «ciertas» condiciones. Es decir, quieren que la activista garantice que no la va a utilizar para entrar otra vez en su territorio para criticar a las autoridades marroquíes. «Un pasaporte en Marruecos tiene un símbolo y no se puede usar como un trapo», comentó. Un alto miembro de su gabinete pidió que se extrapolara la situación a España, sugiriendo sin nombrarlo una comparación con el independentismo vasco.
Y si acusó a Haidar de provocar la polémica, Rabat también se sintió libre de toda culpa respecto al malentendido con el vuelo del pasado viernes, que debía haber devuelto a la activista a Marruecos y nunca despegó. «No se puede recibir a alguien que dice que quiere entrar sin reconocer la nacionalidad y no usar el pasaporte marroquí», dijo Fassi – Fihri. Un miembro de su equipo, que habló fuera de micro, aseguró que nunca se dio el visto bueno político para que el vuelo despegara.
A pesar de apuntar a Madrid, España no quiso bajar a la arena. El ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, indicó que «no hay ningún malentendido» respecto al vuelo del viernes, y explicó que se confundió el permiso técnico con el visto bueno político. «Se hizo una doble gestión, una política de petición de vuelo y al mismo tiempo una técnica de la propia compañía contratada. Llegó la autorización tanto de sobrevuelo como de aterrizaje y, por lo tanto, se pensó que se había concedido esa autorización», explicó a la entrada del Consejo de Asuntos Generales con sus homólogos europeos. Moratinos negó que las relaciones «vitales», «sólidas» y «buenas» con el vecino del Sur puedan quedar dañadas y reveló que España continúa con las gestiones en las Naciones Unidas y «con todos los actores con una influencia» para encontrar una solución. Tanto la Comisión Europea como la presidencia de la UE mostraron su preocupación por el deterioro de la salud de Haidar, aunque la comisaria Benita Ferrero – Waldner no quiso entrometerse por considerarlo un «asunto bilateral» entre España y Marruecos.