El desánimo de los hombres españoles ante la frustración de no conseguir un trabajo y el parón en la llegada de inmigrantes son las principales causas del descenso de la población activa (ciudadanos con edad y ganas de trabajar), efecto que previsiblemente continuará en próximos meses y servirá para aliviar el mercado y frenar la subida del paro. Este análisis figura en un boletín del Banco de España publicado ayer. Sus autores aclaran que la apatía ante la opción de buscar una colocación es reciente y no muy acusada.

La población activa inició en 2008 un proceso de ralentización prolongado en 2009, pero ahora los expertos observan «una desaceleración que está siendo muy intensa». Por grupos de edad, los jóvenes son los que más contribuyen a esa caída, mientras que los ciudadanos mayores de 40 años persisten en su esperanza de trabajar.

Al principio de la crisis apenas reaccionó la población activa. El descenso masculino quedó compensado por el mayor dinamismo de la mano de obra femenina. Sin embargo, en los trimestres transcurridos de 2009 se aprecia «un ajuste más acusado de la tasa de actividad para ambos sexos», en especial entre los hombres, en consonancia con la mayor destrucción de empleo.

Al mercado de trabajo también se refirió una encuesta de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA), que desvela que el 85% de los entrevistados cree que España necesita una reforma laboral.

Mujeres y jóvenes son los más partidarios de los cambios y las personas entre 45 y 64 años, las más resistentes. No obstante, casi la totalidad de los interrogados, más del 90%, apuesta porque la reforma se lleve a cabo a través del diálogo social.