FÚTBOL SORTEO DEL MUNDIAL DE SUDÁFRICA 2010 La liga de los reclusos de Robben Island, donde Mandela pasó 18 años, un símbolo

Fútbol contra el apartheid

La Vanguardia, , 04-12-2009

XAVIER ALDEKOA – Ciudad del Cabo. Corresponsal

PRESOS ILUSTRES El presidente de Sudáfrica y el ministro de Vivienda participaron en los partidos de la prisión
Lamine era un crack. Era un tipo corpulento y le daba al balón más fuerte que nadie. Aun hoy, a sus 60 años, su compañero Lizo Sisoto lanza un soplido al recordarle. “Era muy bueno, el mejor”, dice. Tanto, que un equipo rival decidió pagar por él un precio desorbitado: tres paquetes de cigarrillos. “Fue el Cristiano Ronaldo de aquí”, bromea. Sisoto recordaba ayer el fichaje más caro de una de las ligas más difíciles del mundo: la que fundó junto a otros presos en la cárcel de Robben Island. La prisión de máxima seguridad, a tiro de piedra de Ciudad del Cabo, era el lugar donde recalaban todos los enemigos políticos del apartheid y la máxima era hacer cero concesiones. Pero la pasión de los presos por el balón pudo más. “Al principio estaba prohibido y jugábamos a escondidas en las celdas, con pelotas de ropa; pero insistimos mucho para poder jugar y, después de muchas negativas, lo conseguimos”, explica Sisoto.

Se les permitió jugar los sábados en el exterior, unos partidos que se convirtieron en algo más que un juego. Los presos rugían y, a falta de dinero, las apuestas de cigarrillos o pequeños trapicheos empezaron a entretener la vida en prisión. La dirección de la cárcel sabía de la importancia moral de esos partidos e impidió que los reclusos políticos de más peso los vieran. Incluso construyeron un muro para que no pudiera hacerlo Mandela, que pasó dieciocho años en la isla de los 27 que estuvo privado de libertad.

El fútbol activó el espíritu de cooperación y liderazgo de los presos, que decidieron organizarse. Así, crearon la Makana Association – por el nombre de un profeta xhosa que luchó contra los colonos británicos-y redactaron reglamentos siguiendo los de la FIFA. Algunos de los que entonces participaron en aquellos duelos deportivos rodeados de alambradas se convirtieron en líderes del país: el presidente, Jacob Zuma, fue árbitro de la liga, y el ministro de Vivienda, Tokio Sexwale, una de las estrellas del balón.

Ayer, Sexwale apuntó al simbolismo que el fútbol tuvo en su lucha antiapartheid: “Nos metieron allí por combatir al gobierno racista y dentro de prisión continuamos desafiando las reglas del apartheid. El fútbol era una forma de luchar por la libertad”.

Aquella liga entre rejas avivó el ingenio de todos. Las porterías se confeccionaron con las redes de pesca rotas que llegaban a la playa y se reciclaban zapatos de mujer como botas. “Si cortabas el tacón e introducías piedras en los agujeros, tenías unas botas de fútbol estupendas”, explicaba ayer uno de los ex jugadores.

El éxito de aquellos partidos se resume en el cambio de mentalidad de los guardias. “Nos llamaban por el número o nos gritaban, pero gracias al fútbol nos preguntaban por los resultados y conocían los nombres de los jugadores”. El británico Charles Korr, coautor del libro More than just a game (más que un simple partido) sobre el fútbol en Robben Island, miraba ayer a los ex prisioneros desde una distancia suficiente para acertar de lleno en su reflexión: “Esta no es una historia sobre fútbol en la cárcel; es una historia sobre dignidad”.

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