A. BAQUERO / J. G. ALBALAT
BARCELONA

En la jerga criminal china, el cabeza de serpiente es aquella persona encargada de trasladar a inmigrantes irregulares de un país a otro. La segunda fase de la Operación Wei ha conducido a los Mossos d’Esquadra a la detención del cabeza de serpiente que movía entre países europeos a los inmigrantes chinos que habían desembarcado en la maraña de talleres téxtiles regentados por orientales en Mataró.
El detenido, identificado como Francisco Zheng, es un español de origen chino residente en Madrid que se había especializado en trasladar en grupos de cuatro (los que cabían en su coche) a orientales desde España hasta otros países europeos, especialmente Alemania. Según fuentes cercanas al caso, el detenido conocía a la perfección por qué carreteras y a qué horas debía cruzar la frontera para no ser interceptado. Sus clientes eran inmigrantes chinos que, tras llegar a España, habían decidido probar fortuna en otros países, con la convicción que ahí iban a ganar más.
Además, la policía autonómica catalana ha arrestado a otras siete personas. Se trata de los responsables de las gestorías y los propietarios de domicilios de Barcelona, Santa Coloma, Calella y Mataró en los que los mossos llevaron a cabo una entrada y registro la semana pasada. La juez de Mataró que instruye el caso ordenó el ingreso en prisión de cuatro –entre ellos el cabeza de serpiente– de estos ocho detenidos.

DOBLE DEUDA / Los mossos, cuya investigación continúa abierta, tienen pruebas de que estos detenidos eran los encargados, mediante las gestorías, de conseguir documentación, en muchas ocasiones falsa, a los inmigrantes que trabajaban en los talleres de Mataró. Esa trama documental es una organización paralela a la de los talleres clandestinos que la policía catalana desmanteló el pasado junio en el mayor operativo policial de su historia. No obstante, el hecho de que ellos fueran quienes conseguían la documentación les daba mucho poder sobre el entramado de pequeños empresarios orientales.
De hecho, los inmigrantes , que ya se habían endeudado para pagar su viaje desde China hasta España, debían endeudarse de nuevo con esta red de gestorías si querían que estos les consiguieran documentación.