CRÍTICA DE CINE
Identidades
El Correo, , 02-12-2009Ander engaña, especialmente si se acude a la sala esperando que sea una acumulación de tópicos en torno al hermético paisaje rural vasco. ‘Ander’ tiene que luchar contra los prejuicios que despiertan las escasas películas de temática homosexual que se estrenan con cuentagotas en España. Es una película de encargo. Pero todo eso se olvida cuando en su primer fotograma Roberto Castón encuadra un baserri vizcaíno con la mirada cinéfila de un suponemos admirador de ‘Centauros del desierto’. La referencia puede resultar pretenciosa, y sin embargo en la cinta pueden apreciarse apuntes que la avalan. Castón nos invita a participar en la película, nos da motivos para que imaginemos lo que ocurre en el fuera de campo, nos obliga a que abandonemos el rol de devoradores pasivos de imágenes. Puede que el montaje, corte a corte, sea demasiado abrupto, y que le falten algo de ritmo y continuidad a una cinta que supera las dos horas, pero la película se asienta sobre las líneas de un guión rocoso que no se desmorona a pesar de que en ocasiones acumula ciertas imprecisiones dramáticas.
Si hay algo que sorprende es la férrea voluntad de Castón por dosificar la información detallada de los perfiles psicológicos de sus personajes (excepcional Joxean Bengoetxea), un hábil recurso con el que consigue dotar a la historia de un cierto halo de suspense dramático; quizá por eso, el primer y único encuentro sexual de sus dos protagonistas (hitchcockiano) sea tan impactante. Huyendo de la cada vez más insoportable corriente de títulos moralizantes, Castón ha descrito una serie de pequeños dramas identitarios dejando que el público los encaje como quiera. Es evidente que el director tiene una visión propia, y que la película terminará posicionándose ideológicamente. Sin embargo ‘Ander’ no se lee como un discurso, sino como un relato, excesivamente propenso a atar cabos, que pone sobre la mesa diferentes realidades sociales a las que cada espectador tiene que colocarles su acento. Bravo.
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