MADRID – El juzgado de instrucción número 8 de Arrecife impuso ayer una multa de 180 euros a la activista saharaui Aminatu Haidar por un delito de faltas contra el orden público. La sentencia es consecuencia de la denuncia presentada por  Dionisio Canomanuel, director del aeropuerto de Guacimeta, en contra de la saharaui por unos incidentes que tuvieron lugar durante su desalojo de las instalaciones aeroportuarias cuando cerraba la terminal.
El caso de la activista saharaui llegó ayer a la Cumbre Iberoamericana de Estoril. Fuentes diplomáticas consultadas por LA RAZÓN consideraron que «Aminatu Haidar está siendo manipulada por los servicios secretos argelinos». Estas fuentes consideran la crisis desencadenada por la activista como una provocación más en el largo enfrentamiento entre Marruecos y Argelia.
Por su parte, Miguel Ángel Moratinos reflejaba un sordo cabreo por la numantina resistencia de Haidar a todas las ofertas que se le han hecho desde España para solucionar su situación actual. El ministro llegó a señalar que la activista se ha negado a aceptar «todo lo que le hemos ofrecido». Y a partir de ahí, parecen quedar pocas opciones. «Hemos explorado todas las maneras e instrumentos», insistió, para que Haidar pudiera tener un documento que le permita viajar a la capital del Sahara Occidental. Moratinos se queja: «En algunos momentos dice que quiere que le devuelvan el pasaporte retenido, pero luego dice que no quiere tener pasaporte marroquí. Y cuando le proponemos un documento que la acredite como refugiada política, también lo rechaza».
Tras la reunión celebrada ayer entre Haidar y el director del Gabinete del ministro, Agustín Santos, la activista saharaui acusó al Ejecutivo español de presionarla, antes de recordar que ella no ha actuado «nunca» bajo presión y de subrayar que está en huelga de hambre por convicción.  Y añadió: «El Gobierno español, en vez de presionar a Marruecos, me presiona a mí. Está presionando a la Plataforma y al Frente Polisario, está haciendo chantaje a todo el pueblo saharaui».
Por su parte, el primer ministro saharaui manifestó ayer que si se da un «final catastrófico» habrá consecuencias «muy graves» para la estabilidad de todo el Magreb.