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BILBAO. Marta Ruedas abordó los retos que afronta el planeta a raíz de los datos del Informe de Desarrollo Humano 2009, que incluye un profundo análisis del papel de las migraciones.

Asistíamos a una inmigración a Europa y EE.UU. Ahora, la marcha a Brasil es intensísima. ¿Es un inicio de migraciones a países en desarrollo?

Lo que estamos viendo es que un 75% de las tres cuartas partes de los migrantes en el mundo son internos. Van de zonas rurales a urbanas en su mismo país. Son más de 700 millones de gentes. De los 214 millones que quedan, el 60% es una migración entre países en desarrollo. El resto es lo que llega a los países desarrollados. Es cierto que para nosotros el efecto puede resultar un poco violento, pero hay que darse cuenta de que es una proporción muy pequeña de la migración global. Siempre ha sido así, lo que ocurre es que ahora lo sabemos; en las estadísticas se pueden ver la migración interna y hacia países en desarrollo.

1.200 millones de personas no tienen agua, 120 millones de niños no van a la escuela. ¿Dónde está el compromiso del Milenio de que en 2015 se erradicaría el hambre? Los compromisos fueron adquiridos por los países del G – 20. Nosotros, desde Naciones Unidas, como seguidores de esa comunidad internacional, nos hemos comprometido a eliminar el hambre. Pero, depende mucho de la voluntad de los países miembros y de otros intangibles como pueden ser la crisis financiera que ha afectado muchísimo la capacidad de los países donantes a la hora de contribuir a esas metas. Hay que ver la respuesta individual de cada país. Algunos han cortado abruptamente sus contribuciones al desarrollo. A esto hay que sumar los desastres naturales, guerras… que tampoco facilitan el asunto. Se pueden hacer muchísimas ganancias en desarrollo, pero una crisis, los desastres naturales, hacen retroceder diez años.

El cambio climático es una realidad que afectará al desarrollo humano. En 20 años morirán 25 millones de niños de hambre influidos por este cambio ¿Se pone remedio?

Alguno sí, pero debo decir que no es suficiente. En diciembre se lleva a cabo la conferencia de Copenhague donde teóricamente se tendría que llegar a un acuerdo a nivel global para una respuesta al cambio climático. Los grandes contribuyentes como son EE.UU., China… no creo que están haciendo lo que debieran. Otros países que están aportando muchísimo menos tienen una respuesta mayor. Pero, las mejores iniciativas tienden a ser cuestiones de cambio de legislación, de reglamento sobre el uso energético y eso tiende a ser más fácil. Lo que resulta más complicado es realizar un pacto político a nivel interno o un acuerdo con los productores de energía. En cualquier país este tipo de cosas suele ser más difícil.

Sin paliativos. Un pirata que secuestra es un delincuente, pero, ¿hacemos bien si pensamos que nacen por maldad intrínseca y que no hay ninguna otra causa?

Los piratas de la actualidad tienden a ser la gente que sale de Somalia; todos sabemos que es un país muy pobre, sin gobierno, en caos completamente. Cualquiera que nace en ese país tiene que encontrar su propio mecanismo de sobrevivencia y la piratería, para mí, es uno bastante inteligente. No hay paliativos, no cabe duda, al pirata hay que pararle, pero yo, nacida en Somalia, pocas alternativas voy a encontrar para mejorar mi propia vida.

¿Hay esperanzas de paz para países como Líbano o los que están en conflicto: Israel, Palestina?

Dividiría el mundo en categorías de países. Algunos tienen muchas posibilidades de mejorar. Concretamente, el Líbano, últimamente parece que va avanzando. En año y medio no hemos visto ninguna crisis fuerte. El caso del Medio Oriente es una complejidad regional que se mete de por medio. Si se resuelve el conflicto entre palestinos e israelíes implicaría una mejora para toda la zona. El Líbano de por sí tiene muchas posibilidades de salir. Hay otros muchos países en los que he trabajado que tenían muy buenas perspectivas. Esto sin contar con una crisis política o un desastre natural que puede llevar al desarrollo a retroceder una década entera. Porque el desarrollo es frágil. Líbano avanzó hasta el 2005, pero llegó la crisis y retrocedió.

La desertización avanza. ¿Se puede garantizar el desarrollo humano?

No se puede garantizar nada. Pero, yo creo que sí se puede tener un buen desarrollo humano incluso en esas condiciones. Hay que tener una perspectiva a 20 años vista de las políticas que uno adopta como país para alcanzar un buen nivel de desarrollo. Eso no es lo normal. Creo que debe existir una conciencia más generalizada de lo que son las implicaciones del cambio climático.