En la capital rusa ha estallado una auténtica guerra entre jóvenes de ideología ultranacionalista y antifascistas. El pasado lunes murió de dos tiros en la cabeza Iván Jutorskói (26 años), uno de los líderes del movimiento «Antifa», de tendencia anarquista. El asesinato del párroco ortodoxo de la iglesia de Santo Tomás (35 años), Daniil Sisóyev,en el barrio moscovita de Sabúrovo, perpetrado el jueves por la tarde, se relaciona con la misma ola de violencia.

Según el portavoz del Departamento de Interior de Moscú, Víktor Biriukov, la chispa saltó el pasado fin de semana, cuando cerca de un centenar de enmascarados atacaron con barras de hierro las sedes de la organizaciones juveniles «Nashi» (Los Nuestros) y «Guardia Joven»,, consideradas ultranacionalistas y fuertemente vinculadas al Kremlin. Se cree que el asesinato de Jutorskói fue la respuesta.

Los enfrentamientos entre activistas y los ataques a sus locales han continuado durante toda la semana, a los que se habrían unido esporádicamente ciudadanos de las repúblicas del Cáucaso Norte, por lo general musulmanes. Alexánder Belov, dirigente del Movimiento en contra de la Inmigración Ilegal (DPNI), de ideología abiertamente xenófoba, sospecha que detrás de la muerte del sacerdote ortodoxo está el Consejo de Muftís ruso (clérigos jurisconsultos del Islam).