Latinoamérica, refugio para africanos
La región ofrece nuevas oportunidades para miles de inmigrantes temerosos de viajar a Europa, donde las restricciones cada vez son más grandes
El Universal, 19-11-2009
BUENOS AIRES.— Escondidos en barcos de carga y sin saber adónde los lleva el peligroso viaje, cada vez más inmigrantes africanos llegan a Latinoamérica, mientras en Europa se endurecen los controles fronterizos.
Algunos se dirigen a México y Guatemala como un escalón para llegar a Estados Unidos; otros arriban a los puertos de Argentina y Brasil. La mayoría llega por azar a la región, donde encuentran gobiernos más acogedores que en los países europeos.
“Una noche fui al puerto. Pensaba que iba camino a Europa. Sólo después me di cuenta de que estaba en Argentina”, contó Ibrahim Abdoul Rahman, un ex niño soldado que escapó de la guerra civil de Sierra Leona a bordo de un barco de carga en un viaje de 35 días.
En Brasil, los africanos ahora son el mayor grupo de refugiados y representan 65% de los que solicitan asilo en el país, según datos del Comité Nacional brasileño para los Refugiados (Conare). Actualmente, más de 3 mil inmigrantes africanos viven en Argentina, por encima de las pocas decenas que había ocho años atrás.
La cantidad de personas que buscan asilo aumentó abruptamente, a cerca de mil por año, y un tercio son africanos.
“Estamos viendo un aumento pronunciado en el número de africanos que llegan al país y buscan asilo”, dijo Carolina Podestá, de la agencia de refugiados de Naciones Unidas.
Los números aún son bajos en comparación con las decenas de miles de inmigrantes que van a Europa cada año, pero se prevé que aumenten. “Estamos ante una tendencia que se mantiene y está creciendo todavía (…) Es una búsqueda de nuevos destinos”, dijo Podestá, quien aludió a que las políticas europeas son más estrictas desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en EU.
Visas y clases
Millones de europeos arribaron a Sudamérica en el siglo XIX a bordo de barcos, escapando de persecuciones, pobreza y guerras, mientras que los africanos llegaron en barcos de esclavos.
En estos días, los africanos pueden llegar en barcos de carga o en aviones comerciales y después buscar asilo o extensiones a sus visas de turista.
En Argentina, pueden obtener visas de trabajo temporales poco tiempo después de llegar y renovarlas cada tres meses. “Las políticas migratorias del país son muy favorables (…) Es un reflejo de la historia. Lo que pasó con inmigrantes europeos hace 100 años está ocurriendo ahora con los inmigrantes africanos”, dijo Fernando Manzanares, director de la oficina de Inmigración de Argentina.
Algunos africanos que llegaron ilegalmente lograron trabajar como músicos y unos pocos juegan futbol profesional para clubes locales, pero la mayoría se gana la vida vendiendo joyas en las calles de Buenos Aires.
Abdoul Rahman, de religión musulmana, conoció a su esposa argentina cuando le vendió un anillo, hace cinco años. Él envía dinero a su madre y sus siete hermanas en África.
Rahman se reúne con decenas de africanos para rezar los viernes en una mezquita en Buenos Aires. Aunque algunos se quejan de que son víctimas del racismo en Argentina, coinciden en que es mucho menor que la xenofobia y las leyes contra la inmigración que enfrentan los africanos en Europa.
Durante la década de 1990, muchos angoleños escaparon de la guerra civil y se establecieron en la ciudad brasileña de Río de Janeiro. Ahora, un creciente número de inmigrantes de la República Democrática del Congo que huye de la violencia y la guerra civil en su país busca asilo en Brasil, el país con la mayor población negra fuera de África.
“El proceso de adaptación es muy positivo. Para los africanos tiende a ser más fácil por esta herencia cultural”, resaltó Carolina Montenegro, del Conare.
De paso
Más y más inmigrantes de Somalia y Etiopía viajan a México y América Central en barcos de carga, para luego dirigirse a EU.
El año pasado, más de 600 africanos pasaron por el centro migratorio de la ciudad chiapaneca de Tapachula, tres veces más que en 2007.
Mohamed Ahmed Hassen, de 31 años, un conductor de camiones somalí, vendió su propiedad para costear su traslado. Viajó a través de Kenia y Tanzania hasta Mozambique, donde pagó mil 500 dólares a un traficante para que lo llevara en barco a Sao Paulo. “No sabíamos si era de día o de noche. Sólo sabíamos que habíamos estado ahí mucho tiempo”, dijo. De Brasil fue a Colombia y luego en bote a Panamá, después a Costa Rica, Nicaragua y finalmente a Guatemala, donde fue detenido y busca asilo.
El inmigrante liberiano Emmanuel Danso, de 18 años, llegó a Argentina en julio en un barco de carga luego de que sus padres fueran asesinados durante la guerra civil. Ahora quiere estudiar y convertirse en técnico de laboratorio. “De vuelta en casa, no tengo hogar, soy un huérfano, pero en este país hay una gran oportunidad para mí”, dijo.
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