Muestran en Washington el rostro africano de México
Una exhibición relata el dolor y la alegría de los negros mexicanos en 500 años de historia
El Universal, 19-11-2009
WASHINGTON (EFE).— Llevaron los taquitos de tripitas y el menudo a México, las palabras “chamba” y “fandango” y el ritmo zapateado del son de Veracruz, y, sin embargo, los negros pasan inadvertidos en la historia del país, según una exposición en Washington, que intenta corregirlo.
“Hay muchísima sangre africana en todo el país, en cada familia mexicana”, dijo Cesáreo Moreno, uno de los curadores de la muestra, que se exhibe en el Museo Comunitario de Anacostia, uno de los barrios negros de Washington.
La exposición, la más amplia sobre el tema realizada hasta ahora, se vale de cuadros históricos, fotografías, ilustraciones, instrumentos musicales y máscaras para relatar el dolor y la alegría de los negros mexicanos en 500 años de historia.
Se titula La presencia africana en México: de Yanga al presente y pretende romper la imagen de un país formado por la mezcla sólo de europeos e indígenas.
La “tercera raíz”, la sangre africana, es el pie perdido de la trébede, tan importante como los otros dos, pues en la Colonia había más negros que españoles.
Lo refleja una ilustración del encuentro de Moctezuma y Hernán Cortés, la génesis del México actual, en la que está presente un asistente negro.
El periplo de los de su raza en el Nuevo Mundo hispánico fue muy diferente al de los africanos que llegaron a Estados Unidos, explica Cesáreo Moreno, quien trabaja en el Museo Nacional de Arte Mexicano en Chicago, donde se gestó la muestra.
Un poco de historia
Al contrario que los ingleses, el contacto con los musulmanes en la península ibérica durante siglos había hecho más aceptable la mixtura de sangre para los españoles, según Moreno. “En México había posibilidad de que los negros escaparan de la esclavitud, si no ellos, las siguientes generaciones”, algo mucho más difícil en las colonias inglesas, explicó.
Para mantener el control, los españoles establecieron un sistema de castas, que determinaba el tipo de trabajo y residencia según el color de la piel.
La muestra lo explica a partir de unos cuadros del siglo XVIII de calidad casi etnográfica, que representan el entorno apropiado de cada tipo de ciudadano.
Con la Independencia, la esclavitud fue abolida en 1810 y también la sociedad de castas. De ahí en adelante todo lo africano se hizo “mexicano” y se deja de documentar quién es negro.
En comparación, en EU los afroamericanos fueron relegados legalmente, incluso después de la prohibición de la esclavitud y los matrimonios interraciales todavía se ven mal en el sur del país.
Los negros estadounidenses han mantenido una identidad muy fuerte, tanto en la música, como en el vocabulario y la forma de vestir, según Moreno.
Las huellas de una cultura
Paradójicamente, al recibir más derechos, los negros al sur del río Bravo añadieron su color y sus especias al perol mexicano, pero la cultura distintiva que trajeron de Nigeria y de Costa de Marfil se diluyó en él. En Costa Chica y Veracruz es donde siguen algunas tradiciones, como la danza de La Tortuga o El Toro de Petate, recogidas en la muestra que inició su itinerario en Chicago en 2006 y ha pasado por tres museos de México.
En los años 50 se pusieron de moda películas como La maldición de mi raza y Negro es mi color, cuyos carteles se exhiben en la muestra.
La exposición pretende abrir los ojos a los mexicanos sobre su “tercera raíz”.
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