Si ya es difícil que el cine social se abra un hueco en la taquilla, a la que sólo puede llegar financiado por las aportaciones de los contribuyentes, títulos como ‘La causa de Kripan’ no asfaltan el camino para el desembarco de nuevos realizadores. Lo siento pero hay que decirlo, Omer Oke no es director de cine, si acaso se trata de un ciudadano que intenta llamar la atención sobre un drama que afecta a miles de mujeres africanas. Es improbable que el filme, inatacable como testimonio de una tragedia escalofriante, logre hacer mella en los espectadores menos sensibilizados con los problemas que afectan a la comunidad inmigratoria. Su futuro a corto plazo es previsible: dos semanas en cartel, previo peaje, y la correspondiente ronda por los festivales de cine social, muestras organizadas por ONGDs y similares. Sumen también algún premio.

Es triste, pero la cinta se sabe predestinada a vagar por ese círculo hermético al que pasan a pertenecer los títulos comprometidos con una causa social, cualquiera. Algo parecido a lo que ocurrió con ‘Querida Bamako’, primer largo de Oke, una película limitada en la que se notaba la mano de un profesional como Txarli Llorente. En su segunda tentativa, el euroafricano opta por rodar un vídeo doméstico con remates lujosos (fotografía de Gaizka Bourgeaud y banda sonora a cargo de Pascal Gaigne), aunque se nota que sigue sin estar familiarizado con algunos de los recursos más primitivos del medio. Cada cambio de plano le resta verosimilitud a un texto, esquemático, castigado además por la sobredramatización de sus actores noveles.

El resultado final es un drama gonzo, sin duda bienintencionado, que como material didáctico tiene algún valor si su realizador aspira a proyectarlo en escuelas, pero el cine es otra cosa, y el tema de fondo (la mutilación genital femenina) ya ha sido tratado con mejores resultados en ‘Mooladé’ (Ousmane Sembene ) y ‘FGM’ (Jon Garaño).