La crisis reduce a la mitad el número de extranjeros que han llegado a Vitoria este año

El Correo, MARÍA REGO, 16-11-2009

Si la entrada a la capital alavesa contara con una puerta, los encargados de su mantenimiento tendrían que trabajar este año muy poco en comparación con cursos anteriores. La ciudad ha sumado, hasta el pasado 1 de octubre, un total de 1.643 ciudadanos procedentes de otros países a su padrón municipal. O, lo que es lo mismo, el número de extranjeros reconvertidos en vitorianos durante los últimos nueve meses ha caído a cifras de 2000 – entonces llegaron 1.472 personas de fuera de España – . Pero, ¿qué ha llevado a los inmigrantes a llamar a otros timbres? «Buscan una oportunidad de vida y aquí, en una situación de crisis, ya no se la podemos ofrecer», argumenta Luis Mendizábal, sociólogo del Ayuntamiento de Vitoria.

La opción alavesa parece que ha dejado de resultar atractiva para quienes desean prosperar. Ese bajón en las altas de extranjeros en el censo comenzó a notarse pasado el verano de 2008, cuando la mala salud de la economía española ya se había confirmado. Aquel ejercicio se cerró con 238 entradas menos de este colectivo en la ciudad que un año antes. «Nadie se levanta con la idea de venir a Vitoria. Lo que funciona es el ‘boca – oído’ y si alguien ve que las cosas no están bien en un sitio, no va a decir a su gente que venga», aclara Mendizábal. Muchos inmigrantes, además, probaban suerte en un determinado destino porque un conocido o allegado que ya residía en ese lugar «les financiaba el viaje», añade. Ahora, pocos poseen una cuenta de ahorro suficiente para hacer préstamos a sus compatriotas. «Y si no te estabilizas, te vuelves», augura a estos vecinos.

«No somos el centro»

Pero el mal panorama económico sólo ha acelerado un descenso de la inmigración que, antes o después, se iba a registrar. Mendizábal recuerda que «se había inflado» este fenómeno y recalca que, aunque no va a desaparecer, «debemos dejar de pensar que Vitoria es el punto central y que todos quieren venir aquí». «La misma ONU indica que el primer mundo no va a crecer hasta 2050, mientras que en el tercer mundo van a empezar a moverse de los pueblos a las ciudades», matiza. Así, si se repite la media mensual de extranjeros incorporados al padrón durante los últimos dos ejercicios, 2009 cerraría su estadística con números de hace más de un lustro, entre los 2.191 nuevos ciudadanos de 2002 y los 2.372 de 2001. Una cifra muy alejada de las más de 4.000 altas registradas un par de años antes.

La precipitada caída de estos empadronamientos no sólo encuentra su razón de ser en los problemas que ahogan a economías como la alavesa, sino también en los propios países de origen de los inmigrantes. «América del Sur – aporta 822 altas a lo largo de este año – está en pleno proceso de crecimiento», cita el sociólogo municipal como ejemplo. Los latinoamericanos, generalmente las mujeres, habían hallado su particular «nicho en los servicios del hogar», un recurso del que algunos ‘autóctonos’ han decidido prescindir para poder sobrellevar los azotes de la crisis. Los 1.004 magrebíes – el grupo más numeroso – que han ingresado este año en el censo de la ciudad tampoco se han enfrentado a una situación mejor. «Se dedican, sobre todo, a la construcción», indica consciente de que se trata del sector más castigado.

La lista de nuevos vitorianos la completan, por este orden, vecinos de la Unión Europea – 428 personas – , los africanos – 400 – y los asiáticos – 308 – aunque también han entrado, pero en menor medida – no pasan de 150 altas – , centroamericanos, estadounidenses y europeos no comunitarios. Y si a todos ellos les afectan los baches que atraviesa hoy el país, el descenso de sus llegadas puede también alterar el desarrollo futuro de las ciudades españolas. «Ahora vamos a empezar a depender de nuestro crecimiento natural», avisa Mendizábal.

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