Cuando el ciudadano se hace héroe

ABC, MIGUEL OLIVER | MADRID, 14-11-2009

Neira no está solo. Mejor dicho, no es el único. El día a día de la capital está llena de historias anónimas de alguien que salió en ayuda de alguien. Héroes que simplemente pasaban por allí. Como Jesús, Marcel o Juan. No son superhombres, ni tarzanes, ni sandokanes… Son pescaderos, camareros y joyeros. Personas que en una décima de segundo se armaron de valor y decidieron repeler una agresión, salvar una vida o evitar un robo.

Gestos como los suyos ayudan a humanizar la jauría madrileña. A confiar en la gente. A salir a la calle por la mañana con una sonrisa y los «buenos días» en la boca. Afortunadamente, cada vez surgen más «neiras». Estos, sin embargo, permanecen en el anonimato.

A Jesús Sánchez no se le olvidará nunca la tarde del pasado 16 de mayo. Eran las 14.00 horas. Estaba en su pescadería de Delicias intentando agilizar la cola de personas que se había formado en su local. Entre tanto jaleo, una compañera del supermercado se le acercó y le comentó que «un extranjero había entrado en el comercio con un cuchillo y que se estaba llevando todo lo que quería».

Ni corto ni perezoso, Jesús le esperó en la caja. Ahí le exigió que devolviera todo lo que había robado, a lo que el delincuente – de origen argelino – le respondió mostrando su cuchillo de grandes dimensiones. Sin pensarlo Jesús se lanzó a por él. Tras un tiempo de forcejeo consiguió desarmarlo y retenerlo hasta que llegara la Policía. Su actuación fue reconocida por el alcalde de la capital, que en junio le entregó una placa con una distinción especial por su gesto.

Sólo dos días antes, el joven Marcel B., rumano de 23 años, también se convirtió en el «héroe de la calle Toledo». Trabaja en el bar Meto2. Ese día vio cómo un hombre salía de una perfumería, frente a su local, con algo escondido bajo una chaqueta. Era la caja registradora del establecimiento. Segundos después, una empleada sale a la calle con la marca de un puñetazo todavía grabada en su cara.

Al ver lo ocurrido, Marcel decide salir tras el atracador. «Bueno, hijo de p…, me voy a encargar de ti», le dijo el agresor. «Ya veremos quién se encarga de quién», le respondió. En la refriega recibe ocho tijeretazos en un pulmón. A pesar de todo consigue alcanzarle otra vez y arrebatarle la caja registradora. Volvió a la perfumería, la devolvió y en su bar esperó a que el Samur lo recogiera para llevarlo al hospital. Después recibió la medalla al mérito civil.

Joyero de Guzmán el Bueno

El caso de Juan Martínez es el más reciente. Hace quince días sufrió un robo en su joyería de Guzmán el Bueno. Dos argentinos le agredieron mientras le intentaban robar el material. Se resistió a los puñetazos y a las patadas y consiguió salir tras ellos a la carrera. En la calle cazó a uno que le intentó disparar. Para su suerte el revólver se le encasquilló. Tras recibir la ayuda de algunos vecinos logró retener a uno de los dos delincuentes y recuperar 120.000 euros en joyas.

Todos ellos forman parte del pequeño corazón que late en la ciudad. Son una gran cadena que inauguró hace trece años Miloud Khedari. En 1996 lo conocían como el «héroe argelino». Aquel 30 de abril, en el Metro de Embajadores, vio cómo un hombre agredía a una mujer en los andenes. Salió en su ayuda y tras forcejear con él cayó a las vías y fue atropellado por un convoy. Perdió un ojo y una pierna. Fue agasajado en su momento por los políticos. Ahora, vive en la indigencia.

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