El polizón que derrotó al frío y la lluvia

Diario Vasco, 10-11-2009

DV. La Policía a menudo desarrolla su labor en el campo de lo inesperado, aunque hay ocasiones en que la lógica salta por los aires y el desenlace de una investigación entra de lleno en el terreno de lo inexplicable. Inesperado es que un chaval de 17 años decida escapar de un país y cruzar las fronteras de otro, oculto nada menos que en los bajos de un tráiler; que lo haga sin comida ni agua, en medio de un temporal que azota media Europa y sin otro salvoconducto que unas ganas locas de cambiar de vida. Excepcional es que sobreviva.

La Ertzaintza interceptó ayer en el peaje de Iurreta a un inmigrante marroquí que, según su testimonio, habría viajado escondido en un transporte de mercancías que había partido de Irlanda hace tres días. El adolescente – que se expresaba muy mal en castellano, aunque lo bastante para dejar claro que tenía 17 años – se precipitó al suelo cuando el camión aminoraba la marcha al paso de la A – 8 por Durango. Eran poco menos de las diez de la mañana y en un primer momento quienes fueron testigos de la caída dieron por supuesto que el joven había fallecido arrollado por la apretada fila de ruedas.

No fue así por poco. El inmigrante, aterido, llevaba la dureza del viaje grabada en el rostro. Hasta el lugar no tardaron en desplazarse efectivos de la Ertzaintza y la Guardia Civil, así como vehículos ambulancia de la DYA y una UVI móvil de Osakidetza. Mientras las asistencias trataban de calmar la tiritona del joven, los agentes se dedicaban a recoger el testimonio del conductor del tráiler, que aguardaba aparcado a un lado de la carretera después de tres días conduciendo por carreteras europeas.

El chaval, que no portaba documentación de ningún tipo, necesitaba toda la ayuda que pudieran ofrecerle. Estaba empapado y mostraba signos de hipotermia. Los primeros esfuerzos de los sanitarios fueron en esa dirección. Ante la imposibilidad de determinar si tenía antecedentes médicos, alergias o si tomaba alguna medicación, la primera medida consistió en administrarle suero caliente, al tiempo que le tapaban con mantas y le daban friegas para que recuperase la sensibilidad.

«No había visto un caso tan excepcional de resistencia en la vida». Lo dice el doctor Juan Antonio Usparicha, 44 años al frente de la DYA, a quien ayer no le cabía en la cabeza el derroche de fortaleza que había demostrado el joven. «Cuando vi los resultados de la exploración – explicaba ayer a este periódico – no me lo podía creer. 12 – 8 de tensión arterial, 88 pulsaciones por minuto, 99% de saturación de oxígeno. Y eso que había llegado aquí sin comida ni agua. El único parámetro que estaba por debajo de lo normal era la temperatura – 36.4º – ¡Y eso con hipotermia!».

Alta en tres horas

Agentes de la Ertzaintza trasladaron al joven al hospital de Galdakao, donde, según informaron fuentes del centro sanitario, se registró su entrada a las cuatro de la tarde. Apenas dos horas y media más tarde volvía a la calle con todos los parabienes del personal que le había atendido.

El Cuerpo Nacional de Policía tiene competencia en materia de inmigración ilegal, pero fue la Ertzaintza la que se hizo cargo de él. Fuentes de la Delegación del Gobierno informaban a media tarde de la existencia de «un expediente administrativo abierto contra el joven por estancia irregular, lo que demostraría su paso por España con anterioridad». El documento, sin embargo, no está cerrado, «de manera que no hay una resolución firme que permita pronunciarse sobre él en ningún sentido, tampoco sobre su expulsión». Las mismas fuentes añaden, en este sentido, que «tú no puedes retener a a alguien a la espera de que se cierre su expediente».

La Ertzaintza llevó al inmigrante a las oficinas de Extranjería de la Policía Nacional, donde, al no hallar nada en su contra, decidieron ponerle en libertad. Eso sí, los agentes acompañaron al joven hasta el albergue de Mazarredo. Allí le facilitaron ropa con la que protegerse del frío, ese mismo frío que había sido su compañero inseparable durante un viaje que bien pudo acabar en tragedia.

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