CUERNAVACA, Mor.— El rostro de Francisco Maldonado Huete, director de Atención a Migrantes de Morelos, se resiste a esconder la desolación y el coraje por los 353 cuerpos de paisanos repatriados de Estados Unidos a esta entidad, desde 2004 a la fecha.

Uno de los casos que le correspondió atender, relató, fue el del habitante de Cuautla, Francisco Javier Domínguez Rivera, asesinado en enero de 2007 por la policía fronteriza de Douglas, Arizona. “Lo mataron a escasos 500 metros de la frontera entre México y Estados Unidos”, agregó.

Con Francisco, dijo en entrevista, iban sus hermanos Jorge Eulalio y René Domínguez Rivera, así como Sandra Jazmín Vidal, novia de Jorge, quienes fueron detenidos e incomunicados varios días por las autoridades de esa localidad, para que declararan como testigos de los hechos en donde perdió la vida Francisco Javier.

Hoy, Renato Domínguez y doña Laura Rivera, los padres de la víctima, lamentan su deceso. Los recuerdos sobre el homicidio de su hijo golpean la mente de don Renato y sólo se limita a evocar las palabras del cónsul mexicano en Arizona, Leonardo Samaniego Méndez: “El policía se puso nervioso y le disparó a su hijo. Dicen que él (Francisco) lo amenazó”.

Padre no cree en la versión de EU

A la distancia, se muestra incrédulo de esa versión y sostiene que su hijo era muy alegre, pero no era irresponsable ni agresivo.

“Le gustaban mucho las mujeres. Ese era su único vicio; por eso es que muchas chamacas le lloraron en su sepelio”, añora Renato.

La colonia Popocatépetl, en el municipio de Cuautla, donde vive la familia Domínguez Rivera, es de reciente creación, por lo tanto, carece de los principales servicios públicos: no hay agua potable, las calles no tienen pavimento, son de terracería y la mayoría de los habitantes viven en extrema pobreza.

El padre de los aspirantes a indocumentados narró que sus tres varones Jorge Eulalio, Francisco Javier y René partieron hacia Estados Unidos con la idea de mejorar su nivel de vida, hasta hoy bastante precario.

En Cuautla, los tres jóvenes se dedicaban a la albañilería, oficio que su padre les enseñó, pero en los últimos meses de ese 2006 comenzaron a escasear las oportunidades laborales. A pesar de su resistencia, los tres decidieron irse de indocumentados.

Los tres varones, explicó, se fueron a Estados Unidos con la idea de trabajar como albañiles, único oficio que les heredó y aunque intentó convencerlos de que “se desistieran de viajar pa’l otro lado”, ya que argumentó que él tuvo mala suerte cuando migró en la década de los 60, sus hijos insistieron en hacer dinero en el vecino país del norte, donde un policía de Douglas, Arizona, asesinó a tiros a Francisco Javier.

Desde diciembre de 2006, cuando asumió la Dirección de Atención a Migrantes de Morelos, Francisco Maldonado Huete, ha tramitado el traslado de 250 connacionales fallecidos en su intento por cruzar la frontera, por enfermedades o víctimas de accidentes automovilísticos, explicó.

Subrayó que en la actual administración (2006 – 2012) ha ocurrido el mayor número de decesos, pero —expuso— hay satisfacción en la labor desempeñada, porque al menos las familias morelenses entierran a sus seres queridos en la tierra que los vio nacer.

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