Durante su recorrido, una marroquí pidió al presidente la autorización para ir a visitar a su hijo a Granada. En la mezquita, Zapatero hizo votos por “la paz de todos los seres humanos como hermanos”

José Luis Rodríguez Zapatero se dio ayer un pequeño baño de multitudes por las calles de Damasco, durante sus primeros actos de la visita a oficial a Siria. Acompañado del ministro de Información sirio, del embajador español, Juan Serrat, y el ministro de Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, el presidente del Gobierno entró en la Mezquita de los Omeyas en el momento en el que el imam hablaba en la sala de las plegarias.
 

Zapatero se situó frente al imam hasta que el ministro de Información sirio le comentó a éste al oído que se encontraba ante el mandatario español. En ese momento, el líder religioso se dirigió a Zapatero, de quien elogió su tolerancia. El presidente agradeció sus palabras “cariñosas”, le felicitó por su “facilidad de palabra” y trasladó “un mensaje de respeto, tolerancia y cariño al pueblo de Siria”.
 

“Todas las religiones y culturas tenemos que convivir en paz lo mejor posible. Les deseo que sean felices y que sus plegarias traigan una paz a toda la región, una paz de espíritu y de todos lo seres humanos como hermanos”, agregó.

A continuación, se dio un paseo por el zoco de la ciudad, donde recibió el aplauso de algunos ciudadanos sirios y el saludo de un grupo de turistas españoles. Entre ellas, Guillermina, una turista de Mallorca, que fue la encargada de hacer las presentaciones ante su hija. “Maite, éste es Zapatero”, le dijo. “Es muy emocionante encontrar al presidente en un lugar tan lejano”, admitió.
 

Zapatero se topó también con una ciudadana marroquí, natural de Tánger, que aprovechó la circunstancia para pedirle al presidente, con marcado acento andaluz, un visado para ir a ver a su hijo, que vive en Granada. “Tengo muchos problemas para ir a verle, a ver si me los soluciona”, le espetó.