Reinserción antes que legalización

Diario de noticias de Alava, Javier otaola, 27-09-2009

El trabajo contra las mafias se convierte en una prioridad previa a cualquier regularización de la profesión

vitoria. El debate acerca de si la prostitución debe ser legalizada o no se ha convertido en algo tan antiguo como la propia existencia de esta profesión. La polémica se reabre ahora después de que el Ayuntamiento de Barcelona anunciara este mismo mes que modificará la normativa para permitir la apertura de burdeles y pisos dedicados al negocio del sexo con el objetivo de sacar a las prostitutas de la calle, concretamente del Raval, el conocido barrio cercano a Las Ramblas.

Una medida que se produce después de que haya llegado una tormenta de críticas por la proliferación de meretrices que prestan sus servicios a los clientes en esquinas, bancos, soportales de la Boquería y callejones.

Y como no puede ser de otra forma, el tema se traslada a la boca no sólo de los barceloneses sino también del resto de la ciudadanía que se debate entre la hipocresía de obviar una actividad a la que accede más de un 40% de hombres alguna vez en su vida o reconocer su existencia y tomar un determinación ante ella. Las preguntas que surgen son múltiples, pero pocas veces se centran en las chicas en sí. Es más, la sociedad sólo se preocupa por ellas cuando aparecen demasiado y en la medida en que eso les afecta.

Varios colectivos en contacto con por el mundo de la prostitución comentan para DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA sus impresiones sobre un debate recurrente, pero no por ello menos importante. Y aunque la mayoría de ellos asume que hay que tomar medidas para proteger a aquellas personas que ejercen la prostitución por decisión propia, también coinciden en que hay que tender hacia la reinserción favoreciendo las pautas orientadas a la educación e integración laboral.

María

Ex prostituta

María emplea un nombre falso porque sabe que aunque la prostitución es una actividad extendida en todo el mundo, la mayoría de la sociedad, incluso los que luego reclaman sus servicios, la mirarían con desprecio y la marginarían si supieran que fue prostituta. Y se oculta también porque no se siente orgullosa de haber tenido que tomar ese camino durante tres años. Ahora acude a clases de castellano y se esfuerza desde hace cinco meses por no tener que volver a ejercer.

Por ello afirma convencida que la legalización no es la mejor vía. “Éste no es un trabajo normal. La mayoría no quiere ejercer pero muchas están con una mafia y si no pagan, lo pasan muy mal. No es una vida y si hay otra posibilidad para que pueda vivir, la prefiero”, alude rotunda. La duda se le plantea ante esa “minoría” que trabaja en esto porque quiere y para la que también considera que se deberían mejorar las condiciones.

Fernando cuesta

Portavoz de FAVA

Fernando Cuesta, portavoz de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Álava (FAVA), entiende que el debate sobre la prostitución es complicado desde el momento en que la doble moral impregna todo lo que se refiere a este mundo. “Los vecinos lo ven mal aunque somos hipócritas porque si existe es porque hay demanda. Pero vivimos en el portal el subir y bajar y es una molestia”, reconoce. Así que desde un punto asumido como egoísta afirma que “no queremos que estén a nuestro alrededor” y, con la cabeza entiende que “siempre pensamos en los derechos de otros y no de ellas”. Por esto, aboga “personalmente” por la erradicación de esta actividad.

Aunque siempre desde un primer paso por la reinserción. “Los programas deben ir dirigidos a ese sector y orientados a una utópica erradicación”, propone. Porque, a su juicio, “legalizarla es recortar los derechos de la mujer, dar un punto más al maltrato. La prostitución no es el oficio más viejo del mundo, es el maltrato más antiguo”. Y, por eso, también pide implicación a las instituciones que deben dar “continuidad y pensar qué hemos hecho mal para que algunas quieran dedicarse a ello”.

Chelo ordejón

Presidenta de Gizarterako

Chelo Ordejón trabaja cada día con mujeres que no ven otra posibilidad para sacar adelante a sus familias que salir a la calle y vender su cuerpo. No porque les guste, ni porque prefieran este trabajo a otro, sino porque la supervivencia les hace tomar esta decisión extrema. “Nosotras estamos de lado de las chicas. Queremos que opten libremente”, comienza. Pero, por su experiencia con el colectivo, sabe que la mayoría no escoge esa vida. Por ello, apuesta por la reinserción, “que la que quiera salir tenga los mismos recursos”.

Además, ve muchas dificultades a la hora de una posible legalización como el registro de clientes “que están escondidos como santos varones”, todas las mujeres que llegan sin papeles y no tendrían esta opción o la justificación de los servicios. “En la mujer no piensa nadie. La legalización no llevaría a desaparecer a los proxenetas y estaría el problema de las menores. Cada vez se piden más, eso no se puede legalizar y sería otro gueto”, concluye afirmando que las mafias multiplican su actividad en cuanto desaparece alguna.

miguel ángel ruiz

Presidente Comisión Antisida

Precisamente en este último punto se muestra tajante Miguel Ángel Ruiz, presidente de la Comisión Antisida. “Se persigue poco a las mafias. Si no existe una mínima implicación en esto, no se puede avanzar”, advierte. Y es que, a juicio de este colectivo, la cuestión no se trata de abordar la legalización de forma inmediata sino de arreglar primero otras cuestiones. “Se habla de prostitución y poco de chicas. Este debate nos interesa muy poco porque nosotros trabajamos con ellas”, explica. Por ello, entiende que el objetivo debe ser, como en el caso de su asociación, “que las que quieran pueda tener oportunidad para dejarlo”, solicita. Eso incluye tomar medidas. “El Estado no se puede convertir en el proxeneta de todas, pero tiene que garantizar que no estén bajo ninguna mafia. Hay que pensar en las condiciones de las mujeres a través de la regularización o algo que ayude a mejorar sus condiciones”, reclama.

javier otaola

Síndico de Vitoria

El Síndico de Vitoria, Javier Otaola, coincide en que encontrar una fórmula legislativa al respecto es complicado, pero también que “no se puede estar a un lado y otro del arroyo. Si se asume que no es punible habrá que regularizarla prohibiendo su publicación en medios de comunicación y haciéndola no compatible con la zona residencial”, propone desde su cargo.

Y es que asegura que dado que en Europa la tendencia es no penalizar – con la excepción parcial de Suecia – , se deben tomar medidas para su limitación. “No puede ser que por no regularla, funcione sin ningún tipo de control. El Estado tiene que poner unas reglas del juego. La explotación de la mujer hay que abolirla y prohibirla”. Algo que, a veces, también considera complicado porque “todo el mundo se preocupa de sí mismo y el problema es que es una manera peligrosa y rápida de hacer dinero”.

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