MUNDO
La vergüenza alemana
La xenofobia del partido neonazi de Udo Voigt sigue incrustada en regiones del este del país, pero ha fracasado al intentar instalarse en la parte occidental
Diario Vasco, , 25-09-2009DV. Cuando Udo Voigt aún lucía las insignias de capitán del Ejército alemán viajó en dos ocasiones, en 1973 y 1974, a Estados Unidos para participar en sendos cursos de perfeccionamiento en el sistema de misiles. Pero Voigt, en lugar de comulgar con los principios democráticos del gigante norteamericano, desarrolló una profunda aversión al sistema multiétnico y multicultural después de ser testigo de los problemas raciales en el seno de las Fuerzas Armadas de EE UU.
Esa experiencia lo marcó para siempre y desarrolló una profunda repulsión hacia la población extranjera que vive en Alemania. Voigt, convertido ahora en el líder del Partido Nacional Democrático (NPD), repite sin cesar que si su formación llega al poder, una posibilidad todavía remota, los foráneos sin trabajo serán expulsados a sus respectivos países y los inmigrantes no podrán comprar propiedades y serán excluidos del sistema social. «Es la única razón por la cual vienen aquí», repite el líder del partido que agrupa a los nietos de Hitler.
Para poder llevar a la práctica su limpieza étnica y hacer posible que su grupo, que sólo cuenta con 70.000 militantes, regrese al Bundestag, Voigt ideó en 1997 una estrategia bautizada como ‘Drei Säulen’ (Tres columnas) y que fue divida en tres etapas. Bajo el lema ‘Lucha por las calles’, el NPD se movilizó para ganar presencia en los pueblos y ciudades y tuvo éxito en reunir bajo el mismo techo a decenas de grupos ultras que carecían de un hogar político definido.
La segunda fase de la estrategia, la ‘Lucha por el Parlamento’ puesta en marcha en 2004, tuvo éxito en el estado federado de Sajonia, donde el partido obtuvo ese año un excelente 9,2% de los votos. Dos años más tarde, el NPD logró ingresar al Parlamento regional de Mecklenburgo-Pomerania Occidental con un 7,3%, un triunfo que hizo pensar que el partido neonazi podía estar a punto de convertirse en una verdadera fuerza política en el Este del país. La tercera fase, ‘Lucha por las cabezas’ que incluye la educación política de sus militantes, pretende llevar a la formación al Parlamento federal, una meta en la que fracasaron rotundamente en 2005 y que tampoco podrán alcanzar el próximo domingo.
Referencias a Hitler
Para llegar al Reichstag, Voigt y sus amigos eliminaron de sus panfletos y proclamas el recuerdo de Hitler y las referencias a las conquistas sociales alcanzadas durante el Tercer Reich. Pero el NPD sigue siendo peligrosamente xenófobo, antisemita y mantiene su campaña para minimizar los crímenes que cometieron los nazis. Por ejemplo, la maniobra que lanzó esta semana la sección berlinesa del NPD con el envío de varias cartas a 30 candidatos de origen extranjero, entre ellas, al turco Ozcan Mutlu, que representa a los Verdes en el distrito de Kreuzberg, donde se les insta a abandonar el país. «Queremos impedir que los extranjeros influyan en la política alemana», dijo Jörg Hähnel, el jefe del partido en la capital germana, que ahora deberá explicar su campaña xenófoba a la Justicia. «La política en este país debe ser hecha por alemanes», subrayó.
La más reciente provocación del NPD forma parte de una nueva estrategia destinada a llamar la atención del electorado en la recta final de la campaña y que le ayudó a regresar al Parlamento regional de Sajonia en las elecciones del 31 de agosto pasado. En la ciudad fronteriza de Görlitz, por ejemplo, llamó la atención con una campaña en la que pedía «poner freno a la invasión polaca» y exigía la expulsión de los «extranjeros criminales».
En Turingia, a su vez, montó una odiosa operación contra el candidato democristiano de origen angoleño, Zeca Schall, al que caricaturizó como un negro con peluca rubia y un plátano en la mano. El odio racial no dio los frutos esperados, pero al NPD le faltaron sólo 7.300 votos para llegar al Parlamento regional, un resultado que dejó al desnudo que la xenofobia sigue incrustada en varias regiones del este alemán.
Pero el NPD, la única vergüenza política que ensombrece el horizonte del país cada vez que la población tiene una cita con las urnas, ha fracasado rotundamente en echar raíces en el occidente alemán, donde la población sigue creyendo que el partido representa un peligro para la democracia y la economía alemana. Esta certeza convenció a Voigt de buscar, en la actual batalla electoral, el voto de los llamados «alemanes expatriados», unos 2,6 millones de personas. Aunque en el pasado, los exiliados votaban preferentemente a la CDU, el partido que dirige Angela Merkel cometió el error de no tomarlos en cuenta a la hora de confeccionar sus listas electorales.
Pero los otros partidos democráticos tampoco lograron cautivar a los emigrantes. En el SPD, por ejemplo, existe la certeza de que los alemanes que abandonaron Rusia siguen estando marcados por la experiencia que vivieron en la Unión Soviética y que son reticentes a votar por todo lo que tenga que ver con el «socialismo». «La CDU no sólo ha traicionado al pueblo alemán sino también a los ruso-alemanes», proclamó el líder del NPD al poner en marcha su campaña para cazar el voto de los expatriados. «Tenemos que darle una oportunidad a todos los nacionalistas».
Subvención electoral
Sin embargo, la verdadera y única meta que tiene Udo Voigt es superar la barrera, casi ridícula, que le permita al partido seguir contando con el dinero de los contribuyentes. Todos los grupos políticos tienen derecho a una restitución de los gastos que realizaron durante la campaña electoral si superan el 0,5% de los votos a nivel nacional.
Esta medida legal fue criticada por Ozcan Mutlu, el candidato de los Verdes. «Sesenta años después de la fundación de República y de la Segunda Guerra Mundial, es inadmisible en nuestro país que tales estupideces sean financiadas con el dinero del contribuyente». dijo. «Están enfermos y no han aprendido nada de la Historia», enfatizó.
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